Me gustó mucho más la primera mitad, en donde me quedé más atento observando la forma y no tanto el fondo. Porque si algo sabe Polanski, además de encuadrar bien y de generar atmósfera, es darle credibilidad y naturalidad a las escenas.

Pero, en el todo, es un filme que no me logró conmover. Esperaba mucho más y lo que obtuve fue una pérdida paulatina de interés.

Llegado un punto, pasada la mitad de la cinta, el guion comienza a resquebrajarse y ya casi que no me creo nada de lo que veo y, tampoco, me interesa demasiado hacer el esfuerzo por compartir o empatizar con la locura del protagonista.

Ese tono surrealista que adquiere la trama es lo que la termina por derribar. Si hubiera continuado con el enfoque de la primera mitad, tal vez, hubiese llegado a buen puerto.

Reconozco que se me hizo larga y seguramente le esté regalando uno o dos puntos.