“Ártico” es minimalismo gélido, como corresponde a una película ambientada en la región más inhabitable del Ártico del título, perteneciente a la filmografía islandesa y, paradójicamente, dirigida por un brasileño, Joe Penna, que aquí se estrena en el largometraje.

Es una propuesta profundamente ascética y reducida por cuanto prácticamente se desarrolla con un solo personaje, con la cámara totalmente centrada en el rostro del mismo, apenas sin diálogos y en un entorno agresivo contra toda forma de vida, especialmente la humana.

Maravillosamente interpretada en soledad por el siempre espléndido actor danés Mads Mikkelsen (“La caza” de Thomas Vinterberg, “Después de la boda” de Susanne Bier), la cinta nos cuenta la peripecia vital de un ser humano aislado en una zona polar insoportablemente imposible para la supervivencia por un accidente de avioneta. El instinto de sobrevivir a cualquier precio y a costa de lo que fuere menester del ser humano tiene que imponerse si se quiere salir de semejante situación, y también puede que cierto optimismo antropológico lleve a tomar decisiones erróneas de consecuencias fatales.

Correctamente dirigida y bellamente fotografiada, esta cinta bañada en nieve y frío nos traslada la lucha del hombre contra la naturaleza para sobrevivir, como han hecho otras películas antes, algunas de ellas bastante mejor, todo hay que decirlo.

No es nada del otro mundo, pero sin duda estamos ante un entretenimiento de calidad que sirve para pasar un buen/mal rato gélido con fundamento aunque peque de una cierta reiteración y monotonía conforme avanza el metraje de su propuesta, un tanto circular.