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España España · Abroad (de momento)
Voto de Shinboneniná:
8
Bélico. Drama Año 1937. Guerra chino-japonesa. En su avance por territorio chino, las tropas niponas llegan hasta Nanking, la capital, donde cometen toda clase de atrocidades. La historia sigue el destino de varios personajes, unos ficticios y otros reales. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2010
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo cine bélico es cine propagandístico. En realidad, cualquier fruto de la creación humana tiene algo de propaganda, pues implícita o explícitamente intenta difundir el punto de vista de alguien sobre algo. Es evidente que esta producción china muestra el punto de vista del PCCh, pero también el de la mayoría del pueblo chino respecto de la masacre de Nankín, ocurrida en diciembre de 1937. De hecho, para muchos historiadores orientales y para algunos occidentales, como Murray y Millet, la II GM no comenzó con la invasión de Polonia en 1939, sino con la caída de la entonces capital china, Nankín, en manos del Japón totalitario de Tojo.

Por encima de discusiones en cuanto al número de víctimas, es innegable que los japoneses masacraron a la población china y que cometieron todo tipo de brutalidades. Los chinos, cuando podían, hacían lo propio con los japos. Sí que resulta llamativo que el delegado de la Alemania nazi en la zona se presente como una especie de Vicente Ferrer o el abnegado y filantrópico emisario de alguna ONG. Sin duda, se trata de demonizar al máximo al invasor.

Consideraciones ideológicas o históricas al margen, ‘Ciudad de vida y muerte’ es una de las mejores películas ambientadas en la guerra que he visto. Su hermosa fotografía en blanco y negro añade un plus de fuerza sin esteticismos coloristas al estilo del Schindler de Spielberg. Es una visión interesada, sí, como todas, pero nada sensiblera, de unos acontecimientos abominables. La ambientación, los momentos de combate y exterminio tienen una factura técnica irreprochable, al menos a la altura del mejor cine bélico occidental. Y el director, por fortuna, evita caer en el paroxismo dramático, sabe mostrar la crueldad de los hechos sin recrearse en ellos. La primera hora es magnífica; la segunda, en un tono más pausado, también.

Si las imágenes relatasen algún acontecimiento más cercano a nuestra cultura, el mundo entero caería rendido a los pies de esta obra, como en su día la mayoría de la crítica celebró la película antes aludida. Pero en esta ocasión nos cuentan una matanza en el lejano oriente, esos salvajes de ojos rasgados, y protagonizada por chinitos a los que ni conocemos ni apenas somos capaces de distinguir. Así que la verán cuatro gatos y, con suerte, el chino del bazar que tengo en frente de mi casa. Pirateada, of course.
Shinboneniná
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