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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
7
Drama Inspirada en una impactante historia real. Un tenaz abogado (Mark Ruffalo) descubre el oscuro secreto que conecta un número creciente de muertes y enfermedades con una de las corporaciones más grandes del mundo. En el proceso arriesga su futuro, su trabajo y hasta su propia familia para sacar a la luz la verdad.
5 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama judicial parece ir en la línea de la típica historia de demandas colectivas de un pueblo contra alguna codiciosa y contaminante empresa, pero que con una ambiciosa narración y una escenificación sobria termina contando, con notables dosis de credibilidad, cómo una maravilla de la ingeniería como es el teflón acabó por envenenar la salud de millones de personas. Con un enfoque moderno del género, “Aguas oscuras” sacrifica la parte aventurera de laas pelis de abogados, de modo que no hay interrogatorios en los que el culpable se derrumbra, ni protestas ingeniosas ni pruebas de última hora. En su lugar, la película enfoca los hechos como lo que son: un litigio corporativista lleno de requerimientos, tecnicismos y que se prolonga en el tiempo.

La película arranca en los noventa, con las primeras vistas e investigaciones y se planta tranquilamente en la segunda década del siglo XXI, cuando empiezan los primeros juicios y salen los primeros veredictos. Entre medias, todo, desde los personajes hasta la ambientación, evoluciona mientras “Aguas oscuras” nos cuenta los hechos más significativos de ciertos años. Para mí, el gran mérito de su guion y realización es haber sido capaz de encontrar la manera de mitigar los saltos temporales para que la película mantenga una agradable sensación de continuidad a pesar de que en una escena estamos en 1996 y cinco minutos más tarde en 1998… y, sin embargo, seamos conscientes de lo lenta que avanza la justicia en todas partes, no sólo en España.

A “Aguas oscuras” no le faltan momentos heroicos, emotivos o inspiradores, pero, acertadamente, los deja en segundo plano y los integra en algún discurso intenso de Tim Robbins o en los testimonios de las víctimas más directas de la contaminación industrial. La dirección de Todd Haynes parece sentirse muy segura de que lo que cuenta habla por sí sólo y está suficientemente bien presentado para no necesitar insistir en lo evidente ni en soliviantar más los ánimos de un espectador medio, al que le tiene que hervir necesariamente la sangre al ver cómo una compañía química, perfectamente conocedora de los riesgos del producto lo puso en circulación y, encima, les tiró los residuos ultravenenosos a los lugareños. Y eso por no hablar de los funcionarios del gobierno que adaptaron los umbrales de contaminación a las especificaciones del teflón. En mi opinión, “Aguas oscuras” deja un poco de lado la contaminación masiva para centrarse en la parte visible, la local, pero se puede entender, nuevamente, porque el hilo de las demandas conduce ahí y, con buen criterio, no aprovecha para colar alegatos anticapitalistas o antiprogreso: únicamente denuncia al culpable.

Bien escrita, bien dirigida y bien interpretada, “Aguas oscuras” es un ejemplo de cómo contar una historia complicada de una forma que sea interesante y entretenida de ver.
OsitoF
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