Enorme película que se esconde bajo lo que parece una producción sencilla y convencional, cuando no llena de tópicos. Incluso es complicado encasillarla en un único género. ¿Atracos? ¿Guerra? ¿Acción? ¿Aventura? “Triple frontera” toca todos los palos pero lo que realmente le proporciona un atractivo que la coloca por encima de producciones similares es que logra crear un sólido y convincente grupo de protagonistas, ex militares, que exhiben unos lazos de amistad profundamente conmovedores, la clase de compañerismo que sólo se encuentra entre la gente que ha combatido junta en el nombre de una bandera. Una lealtad al compañero de armas por encima de cualquier otra consideración. El mérito (o uno de los méritos) de la película es transmitirlo hacia el público de una manera natural, como parte de su esencia misma, como algo que no hay que explicar porque va implícito en las propias acciones de los protagonistas, sin el ruido ni grandes escenas discursivas que hemos visto antes.

Con ese equipo que desborda carisma y al que queremos que todo lo vaya bien, dibujado perfectamente con escasas (pero hábiles) pinceladas, nos sumergimos en una aventura paramilitar en la selva colombiana y somos parte de poca acción pero extremadamente rigurosa y realista. Mucha vigilancia y planificación para un golpe que se desarrolla en pocos pero extremadamente tensos minutos. Nuevamente sin grandes alardes pirotécnicos ni coreografías, un convincente reflejo de la guerra moderna, golpear y huir. Sin espacio para los escrúpulos ni las heroicidades, sólo entrenamiento y preparación. Aunque sí queda algo de sitio para el honor y las líneas rojas como personas y como combatientes.

“Triple frontera” no sólo tiene el alma de la que carecen otras películas de acción, sino que tiene una fotografía poderosa que se apoya en la majestuosidad de la jungla, la inmensidad de las montañas o en la misteriosa lobreguez de las favelas. Tras los abundantes momentos de tensión y las escasas, pero intensas, escenas de acción, espectaculares planos de sitios remotos tan bellos como peligrosos, ponen un marco artístico que mantiene el motor de la película en marcha a la espera del siguiente desafío. Porque “Triple frontera” pertenece a ese género de películas (que posiblemente no tiene nombre) en la que los protagonistas deben superar desafío tras desafío y que habitualmente se hacen un poco pesadas. No es el caso. Todas las penurias de nuestros protagonistas están perfectamente justificadas y resueltas de una manera verosímil y en plazos lógicos. No es el “Call of Duty” ni es “Depredador”, pero tampoco es Terence Mallick.

Muy entretenida. Trepidante a ratos. Inquietante por momentos. Conmovedora siempre. Y con una calidad sobresaliente dentro de lo que es el catálogo de Netflix y el cine bélico actual.