James Cameron desarrolla una película con la que consigue grandes logros en el terreno de los efectos especiales y eleva la violencia y espectacularidad de las secuencia de acción a un nivel factible solamente con la participación de dos maquinas creadas para la destrucción como son los Terminators. Nos encontramos con una producción con una factura técnica inmejorable gracias a la visión clara de su director, quien define la película con una sensación generalizada de frialdad transmitida a partir de la desazón general de la historia, y con esto él y el director de fotografía Adam Greenberg deciden darle a la imagen una tonalidad azulada y metálica, con una tendencia a mostrar laboratorios blancos y factorías oscuras, como si el director estuviera vaticinando aquello contra lo que luchan los protagonistas, con además una gran importancia de la presencia de las maquinas y como las utilizamos.

“Terminator 2: El juicio final” culmina en un final mucho más conmovedor de lo que una producción de estas características suele tener, precedida por una historia simple pero engrandecida por personajes memorables, muchos momentos destacables, moraleja en pos de la redención, humanidad y la esperanza, con además una denuncia clásica en la ciencia ficción como es el avance tecnológico con fines destructivos. Clásico eterno del género y de visionado obligatorio.

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