La película es una auténtica maravilla. Es ligera, con humor, a la par que bonita. Y con bonita, quiero decir: bella. ¿Belleza? ¿Eso qué es? Se ha hablado de qué es muchas veces, pero yo creo que bello es todo aquello que causa un impacto estético, es decir, que apela a tu entendimiento y percepción del mundo y el contraste, o la conciencia de la nueva visión, te da un vuelco en el corazón (una emoción). En literatura el efecto se conoce como emoción estética.

Esta película rebosa de eso desde el minuto cero. Es una reflexión sobre nuestra percepción del mundo, la personalidad, la memoria, las emociones, y cómo ellas interactúan, de forma sencilla, simbólica, con un rigor psicológico brutal y manteniendo el interés y el conflicto, junto con una muy buena animación: una obra maestra de Pixar. La mejor sede Up y Wall-E (recordemos, por cierto, del mismo director). Y todo esto para darte cuenta de quién eres y por qué eres como eres. De ahí el entendimiento pasa al impacto estético. Esta película es una destructora de falacias y tópicos sociales sobre el funcionamiento de las emociones ("la tristeza es mala", "la ira es mala", "la alegría es siempre buena",...).

Tengo mis dudas sobre si esta película la entienden del todo los niños, pero escuchar a niños llorar en escenas clave de la película, tal como ocurrió en el cine me hace pensar que sí. Provocar una emoción estética a un niño, hablándole de cómo y por qué siente, me parece formidable. Y sino, a nada que seas curioso o que tengas inquietud o que no sepas cómo funcionan tus emociones del todo, esta película va a hacerte disfrutar y reflexionar. O mejor dicho, va a hacerte disfrutar reflexionando, que es el efecto más formidable que puede tener una obra artística.