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7,5
60.234
Musical. Romance. Comedia. Drama
Mia (Emma Stone), una joven aspirante a actriz que trabaja como camarera mientras acude a castings, y Sebastian (Ryan Gosling), un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima en sus carreras artísticas amenaza con separarlos. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2017
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que Hollywood ha dado con la fórmula para embolsarse premios y ser aclamados por la crítica: hacer películas sobre sí mismos, sobre lo guays que son, sobre la buena época que vivieron, da igual "qué" cuenten. Al igual que The Artist, esto es una castaña sobrevalorada en la que parece que el mérito es... Cual? Ser un musical? High School Musical también lo es y no aspiraba a los Oscar. Hacer guiños a películas clásicas? Cecil B. Demente también lo hacía y ni por asomo nadie llamaría a eso "obra maestra". No, señores no. La fórmula es imitar películas de otro tiempo con un par de trucos como lo de "cinemascope" al principio de la peli y poner ese colorido tan de otro tiempo (The Artist lo hizo con el blanco y negro, así que había que "innovar"), para ensalzar a la industria del cine como una fábrica de sueños en la que todo puede hacerse realidad. Da igual lo horroroso que sea el mensaje, como podría ser el caso.
Como musical no me aporta nada nuevo aparte del trabajo que haya habido con las coreos como en todo videoclip, y como película menos aún. Le salva en mi opinión uno de los elementos más denostados: El Jazz.
Se habla de brillantez ¿Dónde? Será en esos colores chillones y anacrónicos lo mismo que esa tipografía tan "wannabe" de cine de otro tiempo. Hablan de Casablanca y mencionan Rebelde sin Causa, así que seguro que esto es para entendidos ¿O no?
No, la respuesta es no. Es otro romance con calzador, al que probablemente los entendidos piensen que le debemos nuestras loas por querer parecerse a las películas de los 50, pero cometí el error de pretender ver una película que hiciera algo más que "recordar" tiempos de gloria.
Me quedo con Whiplash en todos los sentidos.
Como musical no me aporta nada nuevo aparte del trabajo que haya habido con las coreos como en todo videoclip, y como película menos aún. Le salva en mi opinión uno de los elementos más denostados: El Jazz.
Se habla de brillantez ¿Dónde? Será en esos colores chillones y anacrónicos lo mismo que esa tipografía tan "wannabe" de cine de otro tiempo. Hablan de Casablanca y mencionan Rebelde sin Causa, así que seguro que esto es para entendidos ¿O no?
No, la respuesta es no. Es otro romance con calzador, al que probablemente los entendidos piensen que le debemos nuestras loas por querer parecerse a las películas de los 50, pero cometí el error de pretender ver una película que hiciera algo más que "recordar" tiempos de gloria.
Me quedo con Whiplash en todos los sentidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La historia nos presenta a Mia, una camarera con ínfulas de superestrella (porque para eso va uno a California, a ser una estrella) que por forzaduras del guión (porque la forma de hacer que los protagonistas se encuentren por vez primera es tan ridícula como el inicio de un chiste, rollo "esto que va y entra en un bar...") se topa con Sebastian, un personaje del que SI se podría haber hecho una historia decente: un músico acabado, ahogándose en deudas, empecinado en hacer música de un género muerto pero aquí es donde entra en juego el buen gusto de quienes estuvieron detrás de Whiplash: selección de jazz, escenarios oscuros, ruidosos, y un Sebastian enfrentado a la contradicción de hacer lo que necesita con su antiguo y fraudulento socio frente a hacer lo que realmente quiere. La frase de su colega sobre el Jazz es quizás la única línea del guión que no parece sacada de un programa infantil.
Pues bien, pudiendo contar más sobre Seb, la historia se centra en la chica. Tiene amigas las cuales no nos importan ni lo más mínimo, cuya estrategia para alcanzar el estrellato es ponerse muy guapis para intentar prenderse a algún tipo de la farándula que las catapulte al éxito: fiestas en casas caras, champán porque sí (todo muy sano, nada de drogas ni sexo, que esto es cine familiar, diantre), y claro, nuestra Mia se aferra a un guionista palurdo, pero es un caballo perdedor y nuestra niña quiere ganar en la vida. Y en dos escenas birriosas en las que el romance más que forzado, parece una parodia del mismo, Mia y Seb se lían. Luego de un idilio lleno de NADA (porque parece que los numeritos musicales y la gente dando volteretas en el capó de un coche ha sido todo "clickbait" para hacernos ver esto hasta el final), vienen los problemas, Seb tiene un trabajo que hacer lejos de casa y Mia decide hacerse guionista. Podría haber sido una película más cruda, habernos presentado el fracaso como algo tangible y permanente, pero no: la discusión que tienen es otra caricatura del típico malentendido entre protagonistas, aunque pudiera haberse hecho mejor, haciendo confluir el conflicto de Seb con el estrepitoso desplome de Mia como actriz y guionista. Y aquí es donde pulsamos el BOTON MAGICO MADE IN HOLLYWOOD, y hacemos que ambos triunfen de forma espectacular y repentina con una simple elipsis temporal que abarca cinco años. El talento de Mia es descubierto por una directora famosa y ¿adivinan qué? SE CONVIERTE EN UNA SUPERESTRELLA, y Seb puede abrir su local en el cual todo va viento en popa, incluso la relación con su socio ¿La pega? No acaban juntos. En un último instante, hacen un revival con lo que nos han metido por la oreja que es "su canción", con un montaje vergonzoso (no, perdón, que cuando se hace con muñequitos y escenarios pintados, no es barato, es "un guiño a los clásicos", soy un inculto, y probablemente la escena en super 8 sea un guiño a The Ring, vaya usted a saber) sobre "lo que podría haber sido", y ambos siguen su camino. FIN.
¿El mensaje? Pues hay varios, y todos son patéticos: "En Hollywood tus sueños se harán realidad porque cantas y bailas", pero lo llamaremos Los Angeles para no ser tan evidentes. Al menos en "Los gatos no bailan" había un villano, una dificultad a superar más creíble que una discusión absurda igual de forzada que el encuentro entre Mia y Seb.
"El amor es pasajero". Es decir, al final de la peli, la chica se casa y tiene un hijo con lo que probablemente sea un productor (porque las actrices se juntan con productores o gente que ponga pasta para que la nena salga a escena, esa es la mecánica del cine). Y aunque la vida pudo ser maravillosa (Uau! Un guiño a Montes!), en vez de eso es simplemente "llena de éxito", aquí nadie queda triste y olvidado (bueno sí, el resto de reparto)
Pues bien, pudiendo contar más sobre Seb, la historia se centra en la chica. Tiene amigas las cuales no nos importan ni lo más mínimo, cuya estrategia para alcanzar el estrellato es ponerse muy guapis para intentar prenderse a algún tipo de la farándula que las catapulte al éxito: fiestas en casas caras, champán porque sí (todo muy sano, nada de drogas ni sexo, que esto es cine familiar, diantre), y claro, nuestra Mia se aferra a un guionista palurdo, pero es un caballo perdedor y nuestra niña quiere ganar en la vida. Y en dos escenas birriosas en las que el romance más que forzado, parece una parodia del mismo, Mia y Seb se lían. Luego de un idilio lleno de NADA (porque parece que los numeritos musicales y la gente dando volteretas en el capó de un coche ha sido todo "clickbait" para hacernos ver esto hasta el final), vienen los problemas, Seb tiene un trabajo que hacer lejos de casa y Mia decide hacerse guionista. Podría haber sido una película más cruda, habernos presentado el fracaso como algo tangible y permanente, pero no: la discusión que tienen es otra caricatura del típico malentendido entre protagonistas, aunque pudiera haberse hecho mejor, haciendo confluir el conflicto de Seb con el estrepitoso desplome de Mia como actriz y guionista. Y aquí es donde pulsamos el BOTON MAGICO MADE IN HOLLYWOOD, y hacemos que ambos triunfen de forma espectacular y repentina con una simple elipsis temporal que abarca cinco años. El talento de Mia es descubierto por una directora famosa y ¿adivinan qué? SE CONVIERTE EN UNA SUPERESTRELLA, y Seb puede abrir su local en el cual todo va viento en popa, incluso la relación con su socio ¿La pega? No acaban juntos. En un último instante, hacen un revival con lo que nos han metido por la oreja que es "su canción", con un montaje vergonzoso (no, perdón, que cuando se hace con muñequitos y escenarios pintados, no es barato, es "un guiño a los clásicos", soy un inculto, y probablemente la escena en super 8 sea un guiño a The Ring, vaya usted a saber) sobre "lo que podría haber sido", y ambos siguen su camino. FIN.
¿El mensaje? Pues hay varios, y todos son patéticos: "En Hollywood tus sueños se harán realidad porque cantas y bailas", pero lo llamaremos Los Angeles para no ser tan evidentes. Al menos en "Los gatos no bailan" había un villano, una dificultad a superar más creíble que una discusión absurda igual de forzada que el encuentro entre Mia y Seb.
"El amor es pasajero". Es decir, al final de la peli, la chica se casa y tiene un hijo con lo que probablemente sea un productor (porque las actrices se juntan con productores o gente que ponga pasta para que la nena salga a escena, esa es la mecánica del cine). Y aunque la vida pudo ser maravillosa (Uau! Un guiño a Montes!), en vez de eso es simplemente "llena de éxito", aquí nadie queda triste y olvidado (bueno sí, el resto de reparto)