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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Cine negro. Drama. Romance El dueño de un espectáculo de patinaje artístico sobre hielo queda deslumbrado ante el fino olfato que tiene para los negocios un vendedor de cacahuetes. Tras aceptar varias sugerencias suyas para mejorar la actuación de su esposa, que es la estrella del show, lo asciende dentro de la empresa. Sin embargo, las excesivas atenciones que el empleado dedica a su mujer hacen que el empresario empiece a temer ser víctima de alguna oscura trama. (FILMAFFINITY) [+]
27 de mayo de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frank Tuttle es un director curioso dentro del panorama del Hollywood clásico. Mantiene una carrera continuada desde 1922 hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, sin grandes títulos ni fracasos memorables. Dirige unos pocos títulos durante los años 40 (entre ellos la sublime El cuervo) y, conspicuo miembro del Partido Comunista, es llamado a declarar durante la tristemente famosa Caza de Brujas. El hombre se va de la lengua (su delatado más famoso es Jules Dassin, que huye a Europa), pero su carrera se hunde de manera irremediable y apenas vuelve a dirigir. Suspense es un curioso film noir de 1946, que aglutina thriller, romance y patinaje, una combinación que habría podido resultar indigesta, pero que, coreografías de la linda señorita Belita aparte, se ve con agrado. Un buscavidas llega a Los Angeles dispuesto a comerse el mundo. Por esos azares de la vida, acaba de brazo derecho de un empresario de espectáculos, que además es el marido de Belota, la estrella de su local, de la cual se prendará, cómo no, el villano Joe. El guión se arrastra por el terreno del romance hasta la media hora final, en que empieza lo bueno, cosa que no vamos a desvelar aquí. Sullivan y Dekker bordan sus papeles, Belita pone los saltitos sobre patines y los mohínes, y Bonita Granville es la tercera en discordia. Eugene Pallette, uno de los actores más fascistas de la Historia del Cine, se despide del personal con un papel hecho a la medida. El blanco y negro de Karl Struss sirve con eficacia a los momentos de, ah, claro, suspense que jalonan el último tercio, y el resultado general es una obra inclasificable, bizarra, que se aparta de lo trillado gracias al sorprendente giro final, obra de un Philip Yordan que aquel día no estaba demasiado inspirado. Inédita en España, para variar, hará las delicias de los coleccionistas de rarezas y cine negro.
Eduardo
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