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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
4
Intriga. Drama En una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado, una complicada situación emocional con su hija, y por otro, ... [+]
2 de mayo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cordillera = The Summit = La cumbre. La cumbre de jefes de estado latinoamericanos que ha de decidir una política global económica para los próximos años, por tanto, el destino de muchos millones de personas. Se celebra en un lugar aislado, en lo alto de una montaña, un lujoso hotel reservado a las grandes fortunas. Hay quien ha creído ver reminiscencias de El resplandor, ignotos guiños a Polanski, yo qué sé. Pero sigamos.
La acción gira en torno al presidente argentino; Hernán Blanco, tan blanco que parece impoluto, aunque nadie sabe en realidad cómo es. Este hombre recibe amenazas de su ex yerno, quien afirma tener pruebas irrefutables sobre él... ¿De qué? Lo ignoramos. La secretaria del mandamás convoca a la hija, Marina, al hotel inexpugnable. Le empiezan a pasar cosas, interviene un psiquiatra hipnotizador, padre e hija no se ponen de acuerdo sobre ciertos recuerdos infantiles...
Atisbamos los entresijos de la cumbre, las enemistades, encuentros y desencuentros entre los mandatarios. Incluso asistimos a la desabrida conclusión. Pero lo que nos interesa es el thriller encubierto por la política. La sombra de Recuerda, la inmortal película de Hitchcock, sobrevuela la función. Y de repente... La película concluye, Me parecen bien esos finales abiertos en que el espectador tiene la última palabra, pero la verdad, el desenlace de La cordillera se me antoja un espantoso error de guión. Insisto, siendo la trama política lo menos interesante, cuando uno está agarrado a esa intrigante historia de los recuerdos de Marina... ¿Se equivoca ella, se equivoca el padre? ¿Qué trasfondo encierra esa historia? Pues nada, a Santiago Mire le ha dado por dejarnos en la inopia, como si se le hubiera terminado la inspiración y lo dejara todo a nuestro cargo. Christian Slater y Elena Anya deambulan por la trama, en papeles anodinos y breves, y lo más interesante es la banda sonora de Alberto Iglesias, cada vez más acertado. En cuanto a Darín, ¿qué sería la película sin él? Pues eso.
Eduardo
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