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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Drama Sur de Francia. En la actualidad. Jean, un actor veterano atrapado por el pasado, se instala en secreto en una casa abandonada donde hace tiempo vivió Juliette, el gran amor de su vida. Un grupo de amigos descubre la misma casa, la localización perfecta para rodar su siguiente película de terror. Jean y los niños terminarán encontrándose cara a cara finalmente. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mirad, no me andaré con rodeos: no soporto a Jean-Pierre Léaud. Sabido es que este hombre no deja indiferente: o lo odias o lo amas. Sus muecas, manierismos, personajes y diálogos improvisados me arrastran al borde del ataque de nervios. Pero no es por eso que puntúo tan bajo la película, sino porque se trata de una de esas obras fallidas, que no se te acaban de meter dentro, pero sin embargo intuyes lo que habría podido llegar a dar de sí en manos de otro realizador. Que también es el guionista, y es posible que de ahí emane el fracaso. No basta con rodar un canto al cine para lograr una obra maestra. Truffaut, el mentor y padre putativo de Léaud, sí lo logró, de una forma contundente y absoluta con La noche americana, que siempre logra conmoverme, visionado tras visionado. El león duerme esta noche fracasa en su empeño.
Un actor de edad avanzada se queda empantanado en un rodaje y escapa a la casa donde vivió su gran amor. Un grupo de niños, que están buscando un lugar donde rodar una película de terror, le descubren y le animan a participar en el proyecto. El hombre accede... El homenaje a la Nouvelle Vague está servido. Incluso aparece Isabelle Weingarten (La maman et la putain) en un breve papel. Pero algo no acaba de cuajar, pese a las buenas intenciones de Nobuhiro Suwa, realizador japonés enamorado del cine francés. Lo que tendría que haberme desgarrado el corazón, lo que habría debido humedecer mis ojos, se halla ausente. Y no es por el pobre Léaud, que está hecho una piltrafa (pero conserva todo el pelazo, el muy...), sino por algo indefinible, algo inasible, tal vez la sensación de que se podría haber hecho más, ahondado más, no sé, es como un quiero y no puedo. O tal vez no era mi día. Me cuidaré muy mucho de desaconsejar su visionado. Tampoco es tan desechable. Pero no me llegó.
Eduardo
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