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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Terror. Acción. Ciencia ficción. Drama Un virus letal se expande por Corea del Sur, provocando violentos altercados. Los pasajeros de un tren KTX que viaja de Seúl a Busan tendrán que luchar por su supervivencia. (FILMAFFINITY)
25 de setiembre de 2016
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Train to Busan' tiene una cualidad cada vez menos apreciada: su cocción a fuego lento en sus primeros minutos, para después tener un ritmo trepidante hasta el final.
Es fácil pasar, al principio, de la relación entre un padre ausente y un niño necesitado de cariño. Es muy fácil prestar más atención a las insistentes señales de un apocalipsis próximo antes que a un drama familiar. Y es muy, muy fácil, querer que la historia se meta en faena cuanto antes porque ya nos la conocemos.
Pero lo bueno de dar un mínimo de tiempo necesario a las relaciones humanas es que después pasan a hacerse más profundas, como si el virus zombie que infecta Japón también las hubiera reanimado. Los vivos se aferran a los vivos. Y los muertos no paran de surgir para separarles.

El tren en cuestión sirve de interesante cóctelera: un cilindro de metal que encapsula todo tipo de partes de la sociedad, juntas y revueltas, obligadas a sacar su peor cara para sobrevivir. Pero tampoco se debería escapar el significado de un tren avanzando, permanentemente a toda velocidad, rodeando un infierno, solo para llegar a algún tipo de paraíso llamado Busan, donde dicen que reina el orden.
Es literalmente el espíritu humano de avanzar hacia donde sea, para huir de lo que dejamos atrás, agarrándonos a un clavo ardiendo.

Al principio, todos convienen que lo mejor sería mantenerse a salvo, y por ello tapan las puertas acristaladas entre vagones que permiten a los zombies verles y desearles: una dudosa manera de ignorar el problema como si no estuviera allí. Pero después vienen las ambiciones personales y las decisiones, como no podría ser de otra manera, amenazando una convivencia hasta el momento centrada en un solo objetivo.
Ahí es cuando la historia se crece, y más allá de sus espectaculares escenas de acción o persecución, demuestra que tiene algo más que aportar: el recurrente pensamiento de que las personas se devoran llegado el momento, dejándose atrás por ganar unos minutos más. No muy diferente de los zombies que corren en manada, aunque al menos ellos solo obedecen a un instinto asesino, nosotros todavía razonamos y da pena que siempre escojamos la opción más fácil.
Un hombre que adivinamos adinerado incita una revuelta entre los pasajeros, dirigida contra los únicos que se han arriesgado a rescatar a sus seres queridos, y no debería escaparse la visión pesimista de una sociedad aborregada, que hace caso a quien tiene los cojones necesarios para proclamarse con el poder. Por supuesto, no dejan de haber dudas por si se está haciendo lo correcto, pero no hay tiempo para reflexionar sobre nada cuando los zombies están a tus espaldas, porque el juicio propio y la razón son los primeros muertos en situaciones de necesidad.

El director Yeong Sang-ho viene a decir con eso que, no importan las amenazas que nos acosen, siempre encontraremos la manera de saltarnos al cuello con la excusa de que no se podía hacer otra cosa, o que era lo necesario. Pero también el valiente grupo de supervivientes que atraviesan un tren para buscar a sus queridos podrían haber hecho otra cosa, y sin embargo lo arriesgan todo sin seguridad de éxito.
Son ellos los que representan algún poso de esperanza, y la verdadera victoria más allá de si llegan a Busan o no: ante la posibilidad de un paraíso, y en lo peor de un infierno, siempre gana quién escoge la opción difícil, solo por el amor de un hijo o el cariño de una esposa.

La ironía es que tenga que ser un levantamiento zombie, un amasijo de carne, sangre y crudeza, la que nos recuerde lo vivos que estamos, y lo muertos que hemos podido llegar a estar.
Charles
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