No es fácil hacerse una idea de lo que puede pasar por la mente de un adulto que se encuentre en la situación que plantea "De tal padre tal hijo", una película que, lo digo desde ya, recurre a un buen uso de sentimentalismo. No es fácil ofrecer sensibilidad sin caer en el error de saturar, de meterle una sobredosis de azúcar al espectador y que más de uno acabe detestando la película. Bajo mi punto de vista el gran acierto de Hirokazu Koreeda ha sido saber encontrar el equilibrio, cuestión sólo al alcance de unos pocos.

De esta manera, es posible ponerse en la piel de los padres desde nuestra perspectiva, entender lo que viven y sufren las dos parejas, tan diferentes una de otra, y lo que es más importante, la película no descuida la compleja situación de los niños implicados. No creo que sea fácil abarcar tanto y hacerlo decentemente, y mucho menos, como es este el caso, hacerlo bien. Por lo tanto "De tal padre tal hijo" no se acaba convirtiendo en el pastel típico que empacha y a la vez te deja frito, puede que porque en lugar de ser blancos (atención porque ahora viene un hachazo) y detrás de las cámaras esté Steven Spielberg, la película viene de Japón y está realizada a su manera.

Aprobado alto pues para una película del S.XXI que creo que está realizada con mimo, una película equilibrada que nos hace pensar a todos (quizás a los que somos padres aún más) acerca de lo que haríamos nosotros. Personalmente lo que no me quito de la cabeza es esa foto de familia de las dos parejas con sus hijos, todos mezclados inevitablemente, unidos para siempre y obligados a sobreponerse al paso del tiempo en esas circunstancias. Ser padre va más allá de la sangre, es una cuestión que surge del alma humana y no tiene nada que ver con los genes.