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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
8
Drama. Romance A Lou Pascal (Burt Lancaster), un viejo gángster de poca monta que consigue algún dinero con las apuestas, lo mantiene en realidad la viuda de su antiguo jefe. En el mismo edificio que él vive Sally (Susan Sarandon), una atractiva mujer aspirante a croupier cuyo cuerpo lo tiene obsesionado. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco lugar para las alegrías reserva Malle a los implicados en esta historia. La ciudad en la que nos encontramos, para empezar, viene a ser la segunda división del mundo de las apuestas, de manera que ni siquiera nos vamos a encontrar con el envoltorio glamuroso de Las Vegas por ejemplo. Claro que Malle es francés, eso ya lo sabemos, y como muchos apuntan acertadamente de una unión así no podía gestarse un producto típico y genuino de la factoría Hollywood. Creo que el director francés hizo bien en cruzar el charco, no sólo por beneficiarse a la actriz protagonista de esta película, el resultado final es realmente bueno.

En Atlantic City todo es un poco de segunda, sí, incluso el pasado del decrépito Lancaster, que poco más que un recadero debió ser en sus tiempos mozos, aquellos en los que supuestamente, según él, se codeaba con los más grandes rufianes de la época. Su amante lo llama en un momento dado de la película, ya avanzada la trama, "pelotas dormidas" (en castellano traducido como "cagado", más directo), incidiendo en que lo que aparenta, incluso el pasado, no es lo que es.

Ese toque de tristeza que le da Malle a Lancaster es el gran triunfo de la película, convirtiéndolo en un hombre mediocre, más que eso, en un antihéroe que además de muy entrado en años es también un verdadero viejo verde. Se alegra la vista viendo a su vecina embadurnándose del jugo de unos limones cuando vuelve de trabajar: esas escenas son sencillamente excepcionales. No creo que nadie sea capaz de enseñar mejor cómo es un ser patético...

¿Quién iba a pensar que además de espiarla por la ventana iba a llegar a palpar sus carnes? Lo de Malle es un escándalo. Pone las dosis de violencia exactamente cuando más falta hace, acelera, le da la pausa y es capaz de recrearse en una nostalgia difícil de explicar: nostalgia por unos años pasados, seguramente desaprovechados, de un Lancaster que tocó techo interpretativo gracias a un personaje inolvidable.
Luisito
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