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Afganistán Afganistán · Madrid
Voto de Zacarías:
10
Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). Primera adaptación de la novela homónima de Ernest Hemingway; la segunda la dirigió Charles Vidor en 1957. Antes de que los Estados Unidos entren en la guerra en 1917, Frederick, un periodista norteamericano, se alista como voluntario en el Cuerpo de Ambulancias italiano para poder seguir de cerca los acontecimientos. Tras recibir una herida, ingresa en un hospital y se enamora de Catherine, una enfermera británica. (FILMAFFINITY) [+]
10 de abril de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años, Borzage me parecía un artesano vulgar, tópico y olvidable. Poco a poco, viendo sus películas, ocurrió algo, empecé a verlas de otra forma, sobre todo a partir del visionado de sus obras mudas, me sumergí en su mundo y caí en sus garras. Literalmente. Para siempre.

Lo confieso: soy un seguidor incondicional del cine de Borzage, por lo que esto que sigue no se atiene a un intento racional de analizar sus películas. Considero que opinar sobre la obra de Borzage desde parámetros objetivos no tiene ningún sentido. Borzage era un místico. Partiendo de esta premisa, ¿Qué sentido tiene hablar de verosimilitud, época, argumentos trillados, etc?

El amor en Borzage es tratado fundamentalmente como ascesis, conocimiento, elevación mística, unión espiritual total, crecimiento personal, en definitiva: encuentro y transformación (personas vulgares que se transforman, “almas humanas hechas grandes por la adversidad”, como el propio director afirmaba). Amor en sentido religioso, místico (y carnal, por supuesto, fundamentalmente carnal). Al nirvana por el amor, podría decirse. A la redención total a través del amor. Ahí está el asunto.

Borzage sentía lo que contaba, desarrollaba su puesta en escena desde el interior de sus personajes, de las emociones que dejan adivinar con sus miradas y sus gestos. Lo que a algunos nos flipa de Borzage es la absoluta, genial y asombrosa capacidad para pasar por encima de sus defectos y ofrecer momentos de emoción inolvidables. Todo al servicio de la emoción, de los sentimientos, del amor casi sacrificial.
Lo que sorprende de Borzage, y te atrapa, es como te convence con su ingenuidad sincera. Cree en la historia que nos cuenta y participa de ella, no la trata con la distancia académica al uso en Hollywood (ahí hay evidente parentesco con King Vidor), no te da gato por liebre ni hace trampas. El romanticismo de su cine es sincero, limpio, natural.

Adiós a las armas fue masacrada a hachazos en 1938. La censura. Tuvo aún que sufrir más cortes en los años cuarenta. Se intentó desde Italia, a través del embajador en Estados Unidos, que no se hiciera. Fue prohibida tras su estreno en varios países de Europa. La versión íntegra, que es la que he tenido la suerte de ver, y que no ha estado disponible durante décadas, es una maravillosa lección de cine.

Para admirar esta obra maestra hay que sumergirse en ella sin prejuicios, con la ingenuidad de su director, trasladarse a la época en la que se filmó y dejarse llevar sin juzgar, por Gary Cooper y Helen Hayes. Recomiendo, por otra parte, no ver la masacrada versión de poco más de 70 minutos que sigue circulando por todas partes.
También me atrevo a recomendar el libro sobre Borzage escrito por Hervé Dumont, para todo aquel que quiera profundizar en su cine, y concretamente en esta película. Un libro maravilloso. Miguel Marías también ha escrito artículos muy buenos sobre Borzage.
Zacarías
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