Vibrante y absorbente película de Soderbergh, rodada con mucho talento y ciertas ínfulas de rigor histórico que se agradecen en un tema que provoca tanto rebuzno como el que nos toca. El centro de la película es el protagonista y es que este filme hubiera sido distinto con otro actor. Del Toro firma aquí su mejor papel, posiblemente alcanzando la cima de su carrera antes de tiempo. La mimetización con el Ché es uno de esos casos de asombrosa resurrección cinematográfica, al nivel del Hitler de Bruno Ganz, el Patton de Scott o el Bela Lugosi de Landau, consiguiendo que a partir de los diez primeros minutos seamos incapaces de recordar ya el verdadero rostro del Ché y disociarlo del actor. La película engancha desde el primer minuto, el montaje me gustó bastante y el ritmo es adecuado ya que siendo tan larga no aburre en ningún momento. Las escenas bélicas son soberbias y los créditos y la banda sonora me encandilaron por su sencillez y elegancia. Ésta es la palabra que puede definir la producción: elegancia, una elegancia como hacía tiempo que no veía en el cine, que ya casi creía perdida. Uno siente que es una de esas películas destinadas a envejecer bien.

En la otra cara de la moneda parece ser que existe mucha gente molesta porque la película no es una hagiografía de Ernesto Guevara, pero si uno ha leido algo sobre él convendrá en que el personaje histórico queda bastante bien parado e incluso a mi entender Soderbergh peca de tendenciosidad seleccionando los fragmentos su vida que ayudan a dibujar un Che comprometido, paciente, bondadoso y coherente, aunque mostrando cierta parte humana ya que mucha gente parece olvidar que el Ché sí era de este mundo. Intencionadamente o no, Soderbergh nos ahorra de conocer el caracter vanidoso y egocéntrico que sí tuvo, a la vista en muchas de sus cartas, su frialdad y fanatismo, su galopante incompetencia como ministro de Industrias y sus momentos más cruentos como los fusilamientos y tiros por la espalda en su etapa de la revolución cubana. El Ché de Soderbergh calla estoicamente al ser capturado, sin pronunciar la deshonrosa frase que se dice dijo al ser capturado y que da título a mi crítica. Frasecita de marras que no queda muy bien en una camiseta, ni en una película.