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Colombia Colombia · Bogotá
Voto de Fritz Bang:
2
Acción. Drama Vertiginosa película de secuestro. Los acontecimientos transcurren en Caracas durante las 24 horas de una huelga médica en 1996. La Parca, un temible sicario, se ve obligado a secuestrar una clínica privada para salvar al amor de su vida. Lo que parecía un plan perfecto terminará en un frenético desenlace donde la Parca se verá obligado a enfrentar los errores del pasado y a descubrir que sus peores enemigos están más cerca de lo que él ... [+]
24 de octubre de 2010
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, decir que La Hora Cero no aporta nada nuevo al cine venezolano, por el contrario es un bulto más a una pila argumental repetida y desgastada hasta la saciedad: Criminal carismático como motor desencadenante de un acto vil y desproporcionado (una violación, un robo, un secuestro) que intenta (siempre intentando) hacer reflexionar sobre algún tema particular (la violencia misma en la mayoría de casos), pero que detona en una disparatada historia donde el chiste fácil y vulgar termina convirtiéndose en el eje de la acción, disolviendo cualquier propuesta concreta que se haya podido sugerir.
El principal problema de La Hora Cero es el registro: divaga durante todo el metraje entre su propia definición de discurso: pretende ser una película de acción con contenido y drama social, pero con diversión y entretenimiento ligero, algo que termina siendo un pastiche sin forma, donde absolutamente nada de lo que sucede es creíble. Y no porque lo expuesto en el film no sea fácilmente extrapolable a la realidad: las huelgas, los secuestros, los policías tontos, los malandros simpáticos son expresión diaria de crónicas periodísticas y, como ya he dicho, de reiterativos guiones venezolanos. El tema es que la articulación de estos eventos se torna lamentable desde la mera circunstancia del proceder, alcance y desenlace de sus personajes “dentro de los eventos que les acontecen a ellos mismos”, un tópico llamado verosimilitud, indispensable en cualquier medio expresivo, llámese cine, teatro, títeres, etc. Lo que sucede se aprecia como un batiburrillo de sketches televisivos grandilocuentes, orquestados para hacerlos parecer una historia que gracias, eso sí, a un montaje solvente, logra avanzar a duras penas.
Que La Hora Cero supere técnicamente a la mayoría de filmes venezolanos (sin tampoco llegar a niveles nada extraordinarios), no deja de ser un valor, al menos, para reconocer (aunque tampoco creo que amerite demasiada relevancia: Hay buenos encuadres, una eficiente propuesta de narración visual). Pero sí es penoso que se circunscriba y adopte e incremente los mismos vicios y calamidades argumentales, ausencia de ideas en manejo de personajes, puesta en escena (la tarantinada de la escena de todos los sujetos apuntándose con los revólveres da tristeza), ausencia de control interpretativo (salvo Erich Wildpret en algunos momentos y Laureano Olivares, el resto del reparto no sobrevive a una mueca facial) y los giros, además de previsibles, no son las palancas que hacen avanzar la historia, sencillamente pretenden justificarla y dotarla de ilación.
¿Qué si me reí? Sí, claro, como con dos o tres chistes. ¿Me sobresaltó, inquietó o conmovió? Nada. ¿Qué decía la reflexión final de La Parca? ¿Qué el cine venezolano qué? Ah sí, que sigue en el mismo limbo de siempre.
Fritz Bang
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