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España España · Jerez de la frontera
Voto de DavidFilme:
8
Terror. Fantástico En esta película Dreyer nos introduce en un universo fantasmagórico por medio de imágenes expresionistas. Un joven viajero, Allan Gray, se aloja en un extraño castillo, cuya atmósfera densa y enrarecida recuerda la de las pesadillas. El joven comienza a tener espeluznantes visiones, de las cuales la más terrible es el descubrimiento de una mujer inconsciente que ha sido atacada por un vampiro en forma de bruja. El maestro Dreyer rueda ... [+]
18 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Vampyr, La Bruja Vampiro" es un inquietante, agobiante y notable film de horror, a cargo del revolucionario director danés Carl Theodore. Tras el gran éxito de crítica de “La Pasión de Juana de Arco", Carl Theodor Dreyer comenzó a planear el rodaje de una cinta de temática sobrenatural con la productora francesa Société Génerale des Films que, sin embargo, no prosperó y lo obligó a salirse del sistema de estudio y buscar financiamiento independiente. Ese apoyo financiero lo hallaría en un anecdótico encuentro con el Barón Nicolás de Gunzburg en una fiesta organizada por el artista galo Valentine Hugo, en la que el noble se comprometió a financiar cualquier film siempre y cuando lo considerara a él como protagonista. A cambio, tendría la más absoluta libertad creativa para decidir la temática y el lenguaje narrativo. Paralelamente, la inquieta mente del danés lo llevaría a considerar que su nueva película fuera sonora, una tecnología que en Estados Unidos ya era una realidad hacia muy poco. De esta forma, Dreyer decidiría viajar a Londres para estudiar cine sonoro, en un momento paradojico para el cine silente europeo que había entrado en una severa crisis con la llegada del audio. Inglaterra se había convertido en el centro de filmaciones de las películas francesas gracias a su tecnología sonora. Así, como base para el guión, Dreyer desarrollaría junto a su compatriota Christen Jul una historia de vampiros bastante atípica para la época.

Siendo ésta bastante más cercana a “Nosferatu" de F.W. Murnau, de la cual bebe directamente en su concepción visual y estética, pero en la cual otorgará su propio sello al proponer una pesadilla fílmica agobiante y onírica, un surrealista viaje a la más sugestionable psique. Dreyer propone un mundo de surrealismo en el que cualquier cosa puede suceder y en que el miedo se encuentra, en realidad, en la psique del espectador. Ciertamente, el espectador se convierte en un verdadero explorador o excursionista que termina confundido, pasmado y desconcertado en un mundo de sensaciones materiales y abstractas, reales y fantásticas, en la que resulta bastante fácil sentir que se está en una pesadilla. De hecho, la construcción del concepto de terror que el director pretende hacer en la psique del espectador apela a la susceptibilidad del mismo o la capacidad crítica a la que Dreyer bombardea. Por tal razón, podría resultar algo difícil advertir un tipo de terror explícito en el film, porque si se apela a la lógica, no lo encontrará, pero sí se deja abrazar por la incertidumbre de lo real versus lo sobrenatural. Lo del director es, en la práctica, una apuesta arriesgada porque pretende que el espectador experimente a través del personaje de Gray pesadillas estando despierto, recurriendo para ello a un abundante y contundente conjunto de imágenes oníricas y simbólicas, difíciles de valorar, pero que resultan a todas luces decidoras.

Este lenguaje simbólico y metafórico, en cierta medida, resulta más narrativo que la misma narración y se convierte en una muestra magistral de la habilidad de Dreyer de trabajar diferentes formas narrativas, como se puede advertir en notables secuencias como la del campesino que carga la gigantesca guadaña al hombre, tocando la campana y esperando a que el barquero lo traslade al otro lado, las ominosas sombras que se desplazan a placer por entre medio de los bosques, los salones y las habitaciones, y más aún la ya legendaria imagen de Grey contemplando su cuerpo encerrado en un ataúd, con el consiguiente estado de horror de no saber si esa espantosa imagen de su muerte es real, una pesadilla o una alucinación. Gran parte de la belleza plástica y visual de la cinta, además de la visión de Dreyer, se debe a la perspectiva del director de arte Hermann Warm y la experticia del fotógrafo Rudolph Maté. Como señalé está notablemente influenciado por el Expresionismo Alemán, en el que el danés opta por una fotografía rica en presencia de sombras, claramente diferenciadas de sus objetos materiales, y que tienen total autonomía en el film, reforzando el carácter espectral del lenguaje narrativo a través de recursos como superposición y efectos de desvaído, por ejemplo. Más aún, Dreyer desarma el montaje justamente para presentar un lenguaje narrativo confuso, fragmentando y desfragmentando segmentos del filme para establecer una línea temporal de eventos que desafía toda lógica.

Las actuaciones son sobrias y muy expresivas para crear el ambiente idóneo del film. Además de Nicolás de Gunzburg, protagonista en la piel de Allan Gray y que firma como Julian West, la cinta contó con otros actores no profesionales, como Jan Hieronimko, que interpreta al médico de la aldea, quien coincidió con Dreyer en un viaje nocturno por París. En contraposición, cuenta con la presencia de Maurice Schutz, Rena Mandel y la alemana Sybille Schmitz, que interpretan al señor del castillo y sus hijas Giséle y Léone respectivamente, siendo estas dos últimas víctimas de la bruja vampiro, encarnada por Henriette Gérard. Que dicen más con sus miradas que con sus palabras, notándose con ello el poco tiempo transcurrido desde el cine mudo hasta el momento. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones oscuros y variados según el personaje, tocando lo elegante y también lo humilde en una sugestiva labor, que junto con los tétricos y lúgubres decorados te transportan in situ.

En definitiva, una notable e inquietante propuesta de terror surrealista y psicológico que brilla por su lenguaje simbólico y metafórico, y que aborda el vampirismo de una forma, aunque poco convencional, original. Es una obra que se abre hacía el futuro, inseminando multitud de películas desde su creación hasta la actualidad. Cuando el cine opta por no narrar, juega todas sus cartas a la revulsión. Si la imagen, aunque inexplicable, descongestiona la sensibilidad y produce una emoción, es que estamos hablando de cine sin artificio, puro y cierto como una pesadilla.
DavidFilme
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