Sangrante película no apta para aquellos que de manera consciente deciden tapar sus ojos con una venda. La mentira de la igualdad de oportunidades destapada de nuevo en la gran pantalla sin titubeo alguno. El film demuestra lo desgarrador de tener un futuro predeterminado, "En Ciudad de Dios si huyes te pillan y si te quedas quieto te comen", lo resultante de esta trágica realidad es estar abocado a la única vida que el mundo conocido te ofrece, la represión de los sueños.

Las denuncias sociales serán radicales o no serán. Meirelles carga tanto como contra la policía como contra los medios de comunicación. Todo aquello que no muestren estos últimos es inexistente para la sociedad, en la disputa de intereses el poder informativo ocupa un eje central. La policía órgano represor del Estado es la plena representación de la corrupción estructural, agentes del poder económico cuya misión es antagónica del hecho de garantizar seguridad a los débiles.

Por otra parte, es una gozada tener la posibilidad de imaginar la percepción que los principales personajes tienen sobre la existencia. Las relaciones de poder latentes durante toda la película están figuradas de una forma exquisita, la película nos da una tremenda facilidad para acercarnos a la convivencia en un espacio marginal. Película brillante, dinámica, dibujada con cuidado y con ese toque distintivo de la ambientación, de esa chispa que despierta Río de Janeiro, formidable.