No me considero experto en animación japonesa, pero algo he visto. Y lo primero que me llama la atención de esta serie es que no va de ninguno de los clichés habituales. No hay robots, ni espadachines, ni artes marciales ni futuro distópico.
Es un mundo cuyo arte conceptual podría parecer del siglo XIX por la vestimenta y estilo, pero que también es irreal por la tecnología futurista de los aviones. Las batallas aéreas a veces parecen navales, con esos cañones laterales. Otras veces, con aeronaves más pequeñas, recuerda un poco a “Star wars”. Una vez más, los nipones demuestran tener una gran imaginación a la hora de crear sus mundos animados.
La técnica de dibujo es buena, especialmente a la hora de recrear el movimiento en el aire, así como las explosions, las nubes, etc.
Los personajes, como es habitual, se supone que son jóvenes pero con ese tipo de dibujo podrían pasar también por niños. Los protagonistas son unos mensajeros aéreos que se ven envueltos en una guerra, por cumplir por honor un encargo bastante peligroso.
Hay conflicto, traiciones e intrigas como en otras muchas series de imagen real.
La trama tiene ciertos altibajos a lo largo de los 26 episodios. No todo es acción y a veces el ritmo para bastante, pero como los capítulos son tan cortos y solo he visto esta temporada (ya que al parecer hay otra posterior con muy malas críticas), que es autoconclusiva, no me ha parecido pesada en ningún momento.