Hitchcock desarrolló aquí una obra de teatro pura y dura, con pocos personajes, una simple habitación como escenario, y sobre todo, como todo el mundo sabe, está filmada como un único plano secuencia. Bueno, algún truquito se tuvo que sacar de la manga por la mera restricción técnica de la duración máxima de los rollos de película de la época, pero en la práctica el film no tiene ningún corte de plano al uso.
Así que tenemos un título que, a nivel técnico y narrativo, ya de por sí no está carente de mérito. Luego incluye también una trama de asesinato y tensión, muy sencilla y en la que todo se basa casi exclusivamente en el diálogo. Vista décadas después, a los espectadores casuales que no sean muy cinéfilos, les puede parecer muy sosa e incluso aburrida.
Pero Hitchcock era un genio, y con solo esos poquitos elementos, además de con una duración muy corta que ayuda muy bien a digerir el relativamente monótono argumento, urde una película inusual y quizás poco comercial, pero rebosante de talento.
Con todo, a mí personalmente no es de las que más me gustan del director, y en mi opinión no es muy susceptible de revisionarse conociendo el final. Eso sí, para los que quieran conocer la filmografía de Alfred, es muy adecuada para empezar un acercamiento y luego seguir sus diferentes etapas de trabajo.
Es un thriller minimalista que demuestra que haciendo bien las cosas, no hacen falta grandes alardes para lograr un buen resultado.