Si en una película de terror te dicen que no entres en tal sitio, o que no toques tal cosa, siempre tiene que haber un pardillo (o la pardilla Daniela en este caso) que no haga caso, para que se forme el follón.
Esta entrega del universo Warren se desmarca un poquito de los cánones. Me ha parecido bastante original en la forma de enfocar la historia y en cómo transmitir el miedo. Se nota que tiene a James Wan como coguionista.
Los Warren son el gancho, pero no la protagonizan. Aunque ofrecen una estupenda escena en el coche, no son el centro de atención esta vez.
Y aunque se siga jugando estupendamente con la oscuridad para transmitir inquietud, los sustos no están filmados como siempre. La película da mucho más miedo con la tensión de ver lo que va a pasar (alargando el suspense y el silencio), que con lo que realmente pasa. Sobrecoge ver a estas chicas paseando por la casa del terror a oscuras sin saber lo que se van a encontrar, aunque luego el sobresalto esperado (y algo más retardado de la cuenta) no sea para tanto en realidad.
Más que la maldita muñeca de las narices, me quedo con lo que son capaces de hacer con unas simples monedas o con el traje de novia ese.
Por otro lado, se han atrevido a introducir pequeñas dosis de humor. No está mal para relajar un poquito el ambiente que aparezcan el de la tienda y el repartidor de pizza que no ganaría precisamente un “reality” de citas. Creo que no se han pasado con esto. Un poco más habría estado fuera de lugar, pero se han sabido contener, que esto no es una película de superhéroes de Marvel.
Es la que menos me ha gustado de las tres que llevamos de la dichosa muñeca, no dejando de ser una película de terror normal y corriente. Pero tiene el sello de la saga de Wan y eso siempre es un acierto y un punto a su favor.