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Fantástico. Aventuras
Con una extraordinaria habilidad para guiar la imaginación de los demás, el Doctor Parnassus oculta un oscuro secreto. Siglos atrás hizo un trato con el Diablo para ganar inmortalidad, a cambio de entregarle a cualquier hijo que tuviese al cumplir los 16 años. Ahora, deambulando con su humilde teatro ambulante y con una hija a punto de llegar a esa edad, Parnassus está decidido a cambiar el trato.(FILMAFFINITY)
2 de octubre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El imaginario del Dr. Parnassus es una película un tanto fallida en la filmografía del director de Brazil (1985) que únicamente será recordada por ser la última aparición del malogrado Heath Leadger.
Se trata de una película de fantasía, cuyo argumento es el siguiente: el Dr. Parnassius apuesta que puede seducir a cinco almas inocentes antes que el Sr. Nick, un diablo cínico y seductor que a cambio le perdonará su deuda pendiente en el pasado. El show ambulante del Dr. Parnassus lo conforman Parnassus, un mago viejo y borracho con extraordinarios poderes mentales; Valentina, su hermosa hija de dieciséis años; Anton, un joven soñador enamorado de ella; Pierce, un enano cascarrabias; y el desconcertante Tony, joven que recogen por el camino a punto del suicidio.
Por todo ello, por sus buenas intenciones de película/denuncia y por su desequilibrio narrativo, resulta una obra fallida que, lamentablemente, y aunque le pese al propio Gilliam, es la plasmación perfecta de que corren malos tiempos para la imaginación. Cuando lo supuestamente original se torna convencional es que algo raro está pasando y el caso de Burton y Gilliam, especialmente el del primero, muestra el agotamiento imaginativo de la industria hollywoodiense.
Se trata de una película de fantasía, cuyo argumento es el siguiente: el Dr. Parnassius apuesta que puede seducir a cinco almas inocentes antes que el Sr. Nick, un diablo cínico y seductor que a cambio le perdonará su deuda pendiente en el pasado. El show ambulante del Dr. Parnassus lo conforman Parnassus, un mago viejo y borracho con extraordinarios poderes mentales; Valentina, su hermosa hija de dieciséis años; Anton, un joven soñador enamorado de ella; Pierce, un enano cascarrabias; y el desconcertante Tony, joven que recogen por el camino a punto del suicidio.
Por todo ello, por sus buenas intenciones de película/denuncia y por su desequilibrio narrativo, resulta una obra fallida que, lamentablemente, y aunque le pese al propio Gilliam, es la plasmación perfecta de que corren malos tiempos para la imaginación. Cuando lo supuestamente original se torna convencional es que algo raro está pasando y el caso de Burton y Gilliam, especialmente el del primero, muestra el agotamiento imaginativo de la industria hollywoodiense.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es la historia de una obsesión, de un ajuste de cuentas entre dos seres tan contrarios como necesarios el uno para el otro: Parnassius, que representa la luz, y el Sr. Nick, que representa las tinieblas. El primero, epicentro de la narración, es un mago en decadencia (borracho, viejo y solo) con una serie de fantasmas del pasado que viaja con su extravagante caravana ambulante ofreciendo su show de magia y fantasía por las grandes urbes industriales. El segundo, obsesionado con él, le persigue como si fuera su sombra para cobrarle ésas deudas todavía pendientes.
A partir de estas coordenadas, Gilliam desata su imaginación, gracias a la posibilidad de la tecnología 3D, en los momentos en los que nos adentramos en la mente del Dr. Parnassius donde todo es posible: que un niño construya su mundo ideal, que una millonaria y aburrida cincuentona recupere la ilusión por la vida o que un violento joven reciba su propia medicina. Todo este imaginario visual recuerda, tal vez por su digitalización y colorido, a lo visto en las burtonianas Charlie y la fábrica de chocolate (2005) y Alícia en el País de las Maravillas (2010), aspecto que le merma parte de su fuerza, de forma que lo supuestamente original resulta previsible. Pero más allá de estas consideraciones técnicas, la película tiene una narración atropellada, con un ritmo irregular e inestable que permite que el espectador se desconecte del visionado.
A partir de estas coordenadas, Gilliam desata su imaginación, gracias a la posibilidad de la tecnología 3D, en los momentos en los que nos adentramos en la mente del Dr. Parnassius donde todo es posible: que un niño construya su mundo ideal, que una millonaria y aburrida cincuentona recupere la ilusión por la vida o que un violento joven reciba su propia medicina. Todo este imaginario visual recuerda, tal vez por su digitalización y colorido, a lo visto en las burtonianas Charlie y la fábrica de chocolate (2005) y Alícia en el País de las Maravillas (2010), aspecto que le merma parte de su fuerza, de forma que lo supuestamente original resulta previsible. Pero más allá de estas consideraciones técnicas, la película tiene una narración atropellada, con un ritmo irregular e inestable que permite que el espectador se desconecte del visionado.