Viendo el tráiler me imaginaba una película de terror del bueno. Pensaba en algo rollo psicológico, con constantes giros y la incertidumbre como principal baza. Viendo la película me encuentro con una película que es un puzzle de homenajes en el que las piezas, desafortunadamente, no encajan.

Guillem Morales, quien maravilló con 'El habitante incierto' (no la he visto pero pinta bien, aun habiendo visto ésta), se lanzaba con una película con un marketing que fue acojonante. Todo pinta de maravilla hasta que, antes de la mitad del metraje, te das cuenta de que te han vendido la moto. Por poner un ejemplo (desbocado), podría decirse que Morales utiliza respuesta de primaria para contestar preguntas de universidad. Mientras la película se mueve en la incertidumbe, todo pinta de maravilla, pero cuando se resuelve todo (demasiado pronto y además de manera involuntaria), todo se viene abajo. Morales utiliza (y hace lo correcto), las luces para jugar con la ceguera a su antojo, cosa que al principio se recibe bien, pero que acaba siendo pedante y convirtiéndose en truco casi insultante, sobretodo en los planos de jinete sin cabeza. Eso es algo que puede funcionar una vez en la película atribuyéndolo a ser casual, pero que cuando se repite tantas veces acaba siendo ridículo. En ningún momento se transmite miedo. No se llega a la tensión después de los primeros 30 minutos y cuando se abre la lata, te das cuenta de que lo que debía acojonar no es más que pescado podrido.

Por suerte, están Belén Rueda y Lluís Homar. La primera supera lo que hizo en 'El orfanato', a la que 'Los ojos de Julia' recuerda demasiadas veces. En aquella estaba secundada por una historia bastante buena y una gran dirección, y aquí tiene que luchar por mantener la película en su sitio. El caso es que lo consigue y, si ves imágenes en las que solo sale ella, puedes pensar que es una cinta realmente tensa. Una actuación magistral que es una demostración más de que en España hay grandes actores y actrices a los que no se valora con justícia. Lluís Homar entraría en el mismo saco, con una actuación potentísima (la escena en el coche es bestial) que añade crédito a una película que por sí misma es poco más que una caricatura del género. El actor llena la pantalla con cada aparición, como siempre, y además ayuda a Belén Rueda a mantenerla firme. Pablo Derqui también está acertadísimo, aunque por desgracia no se nos deje ver todo lo que quisiéramos de su actuación.

Resumiendo, que es gerundio: otra muesca más en el revólver de mentira del cine español. Película sin sentido alguno, que cualquier niño podría desmontar a poco que preguntara "¿cómo?" o "¿por qué?", pero que al menos sirve para "desalmodovarizarnos" y dejar en segundo plano el ya requemado cine social. Las portentosas actuaciones sostienen una casa que se derrumba, mostrándonos que el cine español ve donde no tiene que ver, y lo bueno lo pasa por alto. Tenemos un cine ciego, que mira a través de los ojos de 'Julia'.