Ser o no ser es una de esas películas icónicas capaces de marcar un antes y un después en la historia del cine. En una época complicada, fue capaz de colar a la censura lo que quiso, demostrando una inteligencia sobrenatural.

Ernst Lubitsch era experto en eso, en saltarse los cortes. Era un genio del que, por desgracia, es difícil encontrar películas hoy por hoy, más allá de sus 15 - 20 clásicos, lo que es una desgracia cuando se descubre que su filmografía se extiende a unas 50 obras, entre cortos, medios y largometrajes. En Ser o no ser, Lubitsch dispone de un fantástico guión, compuesto por una gran cantidad de personajes y de factores con un cometido claro que se complementan a la perfección. Lubitsch ridiculiza a todos los personajes de manera sutil y evidente a partes iguales, sacando punta a todos ellos y dejando en evidencia no solo a la Gestapo, sino también a los actores, con pequeños detalles que hacen que Ser o no ser desprenda genialidad por los cuatro costados. Utiliza las posibilidades que le ofrece el guión para jugar con el espectador y arrancarnos una sonrisa por minuto, como poco.

Carole Lombard fue una actriz fantástica. Incluso siendo, para mi gusto, demasiado teatral, lo era con muchísima clase, imprimiendo personalidad en todo lo que tocaba. Una auténtica lástima su pérdida anticipada. Jack Benny da un auténtico recital. Su constante multiplicación en pantalla es una tarea a la altura de pocos, y Benny no solo cumple en su personaje simple, sino que lo borda en todos las interpretaciones dentro de su papel. Destacable también es el trabajo de Stanley Ridges, convirtiéndose en uno de los personajes más cómicos pese a estar diseñado para ser el más serio de todos (ahí también es importante la labor de Lubistch). Por último, destacaría también a Tom Dugan, que hace el camino inverso, convirtiéndose en lo más serio de la película pese a estar concebido como uno de los personjes más cómicos.

Resumiendo, que es gerundio: Ser o no ser es una obra maestra. Podrá gustar más o menos, pero es indiscutible que cinematográficamente hablando, la labor de Lubistch es sencillamente brillante. Si a esto le sumamos los alicientes que significan la sátira de algo tan compicado en una época tan convulsa, le sumamos también la inteligencia de cada palabra y cada situación y le sumamos un guión perfectamente hilado, nos sale algo grande seguro. Y si le sumamos las interpretaciones, nos sale Ser o no ser.