Sorprende que la mera preparación de una entrevista y el desarrollo de la misma dé como para estrenar una película y que, además, esta te enganche prácticamente desde el minuto uno.

Lo cierto es que la entrevista real, en su tono, nada tiene que ver con la dramatización dirigida por Ron Howard. Ese detalle, una vez lo descubres (reconozco que empecé a buscar entrevistas de Frost en Internet tras acabar el filme), puede llevar a cierto desencanto, ya que esperabas encontrarte en la vida real con las situaciones narradas durante las dos horas que dura la película. Dejando esto a un lado, es innegable que todo funciona estupendamente.

Hubiera sido difícil hacer interesante un proyecto así si no cuentas con actores de talla. Sheen y Langella están muy bien, especialmente este último (como digo, dejando de lado si es fiel o no al Nixon del mundo real). También destacaría a Kevin Bacon, como fiel escudero del expresidente norteamericano.

Nos enseñan muchas tonterías en las facultades de periodismo en España, la mayoría de ellas absolutamente inútiles. Esta clase de películas te reconcilian con una profesión que considero se encuentra en horas bajísimas, con una credibilidad casi inexistente, y donde los nuevos profesionales no dejan de ser autómatas con el librillo de instrucciones bajo el brazo, pensando que saldrán victoriosos de cada apuro con el que se encuentren.

Largometrajes como este, o como "El dilema", por poner algún ejemplo no demasiado antiguo, deberían servir para que aquellos que vivamos de esto podamos volver a dignificar la profesión.