La primera mitad de la primera temporada muestra la infinidad de conflictos que hay entre "lo que está bien" y "lo que está mal", muestra la amplia gama de matices que tiene la vida. Trata en definitiva de concienciar sobre el equilibrio de ambos conceptos. La segunda mitad pierde fuelle y se convierte poco a poco en lo que será la segunda temporada.

Es interesante ver cómo, en los primeros episodios, "el bueno" es un auténtico imbécil y "el malo" no es tan malo. Es interesante que muestren la "vieja escuela" como algo caduco pero a la vez necesario y sabio mientras también muestran la "nueva escuela" como algo tóxico pero necesario para no caer en los males de la "vieja escuela". Busca llegar al equilibrio.

En la segunda temporada todo esa variedad la convierten en el maniqueismo clásico de "buenos contra malos" clásico sin ningún tipo de matiz. Los buenos son los vencedores del "american way of life" y los malos son la gente que va a los bares. Encadenan clichés y deus ex machina, diálogos prescidibles, personajes y situaciones que van y vienen para justificar la existencia del guión.

La segunda temporada pierde de un plumazo todo lo interesante del conflicto personal y de las contradicciones existenciales que tenemos todos los seres humanos.