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Voto de Miquel:
8
6,6
6.611
Comedia. Romance. Fantástico
Casada con un marido rico que la minusvalora, Alice lleva una vida vacía y cómoda que transcurre entre boutiques exclusivas, masajistas y cotilleos de peluquería. Le gustaría dedicarse a escribir y conocer mejor a un hombre con el que ha coincidido en la guardería de sus hijos, pero su educación conservadora se lo impide. Un brujo de Chinatown le facilitará el camino con una serie de hierbas mágicas de sorprendentes efectos. (FILMAFFINITY) [+]
2 de enero de 2012
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 20 de los realizados por Woody Allen (NY 1935). El guión, escrito por Woody Allen, se inspira libremente en la obra clásica de Lewis Carroll “Alice’s Adventures in Wonderland” (1865) y en el film “Julieta de los espíritus” (Fellini 1965). Se rueda en otoño de 1989, con tomas adiciones en mayo de 1990, en escenarios reales de NYC (Manhattan, Central Park, Madison Square, Lincoln Center for the Performing Arts…) y en los platós de Kaufman Astoria Studios (NY), con un presupuesto estimado (IMDb) de 12 millones de USD. Obtiene una nominación al Oscar (guión original). Producido por Robert Greenhut para Orion Pictures Corporation, se estrena el 25-XII-1990 (NYC, NY; Chicago, IL y L.A., CA).
La acción dramática tiene lugar en NY a lo largo de unos pocos días del otoño de 1989. Alicia (Farrow), de unos 40 años, está casada desde hace 16 años con Doug Tate (Hurt), próspero empresario neoyorquino, con el que ha tenido un hijo y una hija de corta edad. Tímida, inocente, recatada e insegura, oculta frustraciones y neurosis. Originaria de un pueblo del interior, recibe en su juventud una rigurosa formación católica en un colegio de las monjas del Sagrado Corazón. A causa de un dolor de espalda, visita al doctor Yang (Luke) en China Town. Conoce y se relaciona con Joe (Mantenga), saxofonista tenor y soprano, separado de su mujer tras 6 años de convivencia. Recuerda su noviazgo de juventud con Ed (Baldwin). Doug es un millonario dominante, altivo, tristón y desagradable.
El film, rodado en otoño de 1989, mueve la acción en días predominantemente lluviosos o de cielo cubierto, en los que la luz y las imágenes se tornan melancólicas, pesarosas y tristes. Al realizador le gusta rodar en esta época del año, porque sus luces son las que mejor trasmiten los tonos, matices y contrastes que le interesan. En el film que comentamos la ubicación de la acción en los meses de otoño es más patente que en otros trabajos porque de ese modo el realizador enmarca la acción en un contexto que evoca la tristeza y la desolación que oprimen a la protagonista.
El guión se presenta bien construido, elaborado con diligencia y atención al detalle y escrito con fluidez y con una aparente facilidad. Combina drama y comedia en un formato que reproduce las características propias de un cuento sencillo, fantástico, delicioso y mordaz, que incorpora la magia de los relatos, leyendas, fábulas, historias y narraciones que han alimentado la imaginación y la fantasía de niños y mayores desde tiempos muy remotos. La condición de cuento de hadas a la antigua usanza se pone de manifiesto a través de sus referencias a apariciones, presencias de difuntos vivientes y contactos con fantasmas interesados en relacionarse con el mundo de los vivos. No falta la figura de un mago o brujo misterioso que domina y aplica artes taumatúrgicas que abarcan hipnotismo, bebida de pócimas, sortilegios y remedios mágicos de inesperados efectos sobrenaturales.
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La acción dramática tiene lugar en NY a lo largo de unos pocos días del otoño de 1989. Alicia (Farrow), de unos 40 años, está casada desde hace 16 años con Doug Tate (Hurt), próspero empresario neoyorquino, con el que ha tenido un hijo y una hija de corta edad. Tímida, inocente, recatada e insegura, oculta frustraciones y neurosis. Originaria de un pueblo del interior, recibe en su juventud una rigurosa formación católica en un colegio de las monjas del Sagrado Corazón. A causa de un dolor de espalda, visita al doctor Yang (Luke) en China Town. Conoce y se relaciona con Joe (Mantenga), saxofonista tenor y soprano, separado de su mujer tras 6 años de convivencia. Recuerda su noviazgo de juventud con Ed (Baldwin). Doug es un millonario dominante, altivo, tristón y desagradable.
El film, rodado en otoño de 1989, mueve la acción en días predominantemente lluviosos o de cielo cubierto, en los que la luz y las imágenes se tornan melancólicas, pesarosas y tristes. Al realizador le gusta rodar en esta época del año, porque sus luces son las que mejor trasmiten los tonos, matices y contrastes que le interesan. En el film que comentamos la ubicación de la acción en los meses de otoño es más patente que en otros trabajos porque de ese modo el realizador enmarca la acción en un contexto que evoca la tristeza y la desolación que oprimen a la protagonista.
El guión se presenta bien construido, elaborado con diligencia y atención al detalle y escrito con fluidez y con una aparente facilidad. Combina drama y comedia en un formato que reproduce las características propias de un cuento sencillo, fantástico, delicioso y mordaz, que incorpora la magia de los relatos, leyendas, fábulas, historias y narraciones que han alimentado la imaginación y la fantasía de niños y mayores desde tiempos muy remotos. La condición de cuento de hadas a la antigua usanza se pone de manifiesto a través de sus referencias a apariciones, presencias de difuntos vivientes y contactos con fantasmas interesados en relacionarse con el mundo de los vivos. No falta la figura de un mago o brujo misterioso que domina y aplica artes taumatúrgicas que abarcan hipnotismo, bebida de pócimas, sortilegios y remedios mágicos de inesperados efectos sobrenaturales.
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La narración, comprometida con el realismo, compone una fábula conmovedora y divertida. Derrama una visión irónica y mordaz sobre la burguesía neoyorquina. Describe su vida anodina e indolente, concentrada en naderías y preocupada por temas de una irrelevancia pasmosa. Compone, además, un retrato sarcástico de la sociedad consumista, de sus hábitos y dependencias. Mira con ojos sorprendidos y críticos el universo de prohibiciones que establece la religión católica y se interroga sobre las relación de las mismas con los escrúpulos y los sentimientos de culpa.
El realizador no interviene como actor, aunque no por ello el film deja de lado los temas relacionados con sus obsesiones, neurosis y frustraciones habituales. Alice asume en parte las funciones de “alter ego” del actor ausente y encarna sus manías y traumas psicológicos. Por lo demás, el film está diseñado a la medida de Mia Farrow, pareja entonces de Woody Allen, que construye una obra al servicio del lucimiento de su compañera sentimental. La actriz corresponde al envite entregando una magnífica interpretación. La cinefilia del realizador aporta ecos y referencias de films notables. Además de la película de Fellini citada más arriba, se refiere a "La sirenita” (1978), “Superman” (1978) y otras.
La banda sonora recoge fragmentos de grabaciones diversas, entre las que destacan el tango siempre emocionante “La cumparsita”, de Matos Rodríguez; la genial “Caravan”, de Duke Ellington (saxo bajo y percusión); “Limehouse Blues” (banjo), de Philip Braham; la gran composición “Mark The Knife”, de Bertold Brecht (letra) y Kurt Weill (música), etc. Añade un corte del “Concierto nº 1 para violín y orquesta”, de J. S. Bach. La fotografía, de Carlo di Palma (“Blow-Up”, Antonioni, 1966), en color, crea una visualidad de luces melancólicas, emotivos contrastes de color, bonitos claroscuros y gratas formas que potencian la apariencia de lujo, confort, elegancia y elevada capacidad de gasto. Película notable, sugerente, entretenida y conmovedora.
La narración, comprometida con el realismo, compone una fábula conmovedora y divertida. Derrama una visión irónica y mordaz sobre la burguesía neoyorquina. Describe su vida anodina e indolente, concentrada en naderías y preocupada por temas de una irrelevancia pasmosa. Compone, además, un retrato sarcástico de la sociedad consumista, de sus hábitos y dependencias. Mira con ojos sorprendidos y críticos el universo de prohibiciones que establece la religión católica y se interroga sobre las relación de las mismas con los escrúpulos y los sentimientos de culpa.
El realizador no interviene como actor, aunque no por ello el film deja de lado los temas relacionados con sus obsesiones, neurosis y frustraciones habituales. Alice asume en parte las funciones de “alter ego” del actor ausente y encarna sus manías y traumas psicológicos. Por lo demás, el film está diseñado a la medida de Mia Farrow, pareja entonces de Woody Allen, que construye una obra al servicio del lucimiento de su compañera sentimental. La actriz corresponde al envite entregando una magnífica interpretación. La cinefilia del realizador aporta ecos y referencias de films notables. Además de la película de Fellini citada más arriba, se refiere a "La sirenita” (1978), “Superman” (1978) y otras.
La banda sonora recoge fragmentos de grabaciones diversas, entre las que destacan el tango siempre emocionante “La cumparsita”, de Matos Rodríguez; la genial “Caravan”, de Duke Ellington (saxo bajo y percusión); “Limehouse Blues” (banjo), de Philip Braham; la gran composición “Mark The Knife”, de Bertold Brecht (letra) y Kurt Weill (música), etc. Añade un corte del “Concierto nº 1 para violín y orquesta”, de J. S. Bach. La fotografía, de Carlo di Palma (“Blow-Up”, Antonioni, 1966), en color, crea una visualidad de luces melancólicas, emotivos contrastes de color, bonitos claroscuros y gratas formas que potencian la apariencia de lujo, confort, elegancia y elevada capacidad de gasto. Película notable, sugerente, entretenida y conmovedora.