Me ha sorprendido encontrarme con una película donde el ordenador solo se ha utilizado para los títulos de crédito. Acostumbrado a ver este cine donde los actores ni se ven durante el rodaje y donde alaban a Pedro Pascal por su personaje de Mandalorian, donde ni tan siquiera sabemos si el él quien está debajo de la máscara o un perfecto desconocido (lo mismo que C3PO) ver a estos actores me reconforta.
La historia no es complicada pero seguro que ha llevado más tiempo escribirla que el 99% de las películas que salen de las churrerías de Netflix & Cía y tiene su punto de crítica social y de muestra del pueblo iraní más allá de lo que publica la propaganda belicista USAiana. Sí, hay metro. Y centros comerciales ¡Pero si hasta tienen escaleras mecánicas!
A destacar el protagonista, que me ha recordado al primer Juan José Ballesta de "El bola", y la niña repelente mafaldiana.
Y entretiene. Ahora que el cine ha puesto el entretenimiento y el consumo de ultraprocesados durante el visionado como los objetivos principales de cualquier película (casi únicos objetivos) hay que decir que esta película entretiene y que se pueden comer palomitas y nachos, y beber cola mientras se ve, aunque no lo recomiendo.