Especulación inmobiliaria metiendo a exiliados de los ayatollahs, a una ex-yonqui y a un poli en prácticas bastante desquiciado. Con estos ingredientes es muy fácil hacer una mala, pésima película. A mayores, se intentan componer planos poéticos de la arena en la orilla, manos que se cogen (hay unos cuantos planos que recogen este tipo de momentos) o entornos desolados y mugrientos. Enfatizado todo ello por la música y por ciertas "agresiones" violentas al espectador relativamente explícitas.

Se me ocurre pensar que tal vez el mérito de esta película sean los actores. O que los personajes desfilan ambiguamente en la estrecha cuerda entre el bien y el mal, sin red, y dispuestos a perder el equilibrio solo si es para caer sobre clavos oxidados. Para cuando he llegado a esta conclusión, ya habían terminado los títulos de crédito y tanto tremendismo kitsch me había dejado como a una copa a la que se le han derretido los hielos por apatía de su consumidor.

Un cubata cargado el de "Casa de Arena y Niebla". De güisqui de garrafa o de salfumán, pero yo no me lo trago. Para joderme el hígado con estas mierdas estoy yo ahora. Te lo pido una vez más. No me toques la pirola. Jamás.