Ponerse a ver una película cómo "El rey pescador" sin tener ni idea de lo que va, sólo del reparto, añade todavía mayor capacidad para sorprender en esta biografía que va cambiando de título sobre egoísmo, debilidades y posterior redención contada con la magia del abismo de la pobreza en una ciudad cómo N.Y., la recorre de manera libre y consigue excusar toda su fantasía en la mente desequilibrada de sus personajes, emociones transmitidas con acidez, humor americano, crítica sobre las masas prescindibles de la sociedad... pero termina siendo un monólogo que va perdiendo su encanto por reiteración y por el abandono de la vida bajo el puente, el creador sabe sacarle jugo a la pérdida de la razón y a los traumas del pasado, encuentra una amistad diferente y demuestra que todos estamos locos, pero quizás ese jugo exprimido cabía en una dosis de desayuno.