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España España · Pasajero 58
Voto de floïd blue:
10
Drama Siglo XIX. Después de una larga guerra, un bebé es abandonado a la puerta de un convento de frailes franciscanos que intentan, sin éxito, buscarle una familia. Pasan los años, y aunque el niño vive feliz entre los monjes, no puede dejar de añorar a su madre. Marcelino se hace amigo de un Cristo crucificado que hay en el desván del convento: habla con él y le sube de la cocina pan, vino y otros víveres que puede encontrar. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2009
60 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se puede creer o no creer, pero está claro que el que no cree y arrambla de forma grotesca y airada contra esta película es porque tiene un problema; y no es un acto de fe, como diría un creyente, no, es un acto de impotencia y de imbecilidad como el que más porque lo primero es que no entiende, no se entiende ni él mismo mirándose en el espejo detenidamente: no eres más que nadie ni el más listo, eres igual a los demás.
Marcelino, pan y vino es un cuento, un bonito cuento sobre la soledad de tanto niño de antes que apenas tenían sus manos para jugar contra toda la tontería desbordante y exagerada de hoy día que causa mayor desconcierto, como se ve.
Marcelino es un niño en la sociedad pasada, sociedad representada como un convento, porque era así, las personas no eran más que frailes trabajando sin cesar, sin entretenimientos ni distracciones, no como la sociedad del consumo y el bienestar que hoy nos quieren presentar a toda costa. Así era y había sido siempre, en cualquier lugar del mundo, no sólo aquí. La cruz es su compañero en la soledad.
Y sólo el que es un violento se pone a atacar a aquel que decide (sea cura o no) apartarse (no esconderse) del mundo actual de apariencia y competitividad porque ve en la austeridad, en la humildad y en la espiritualidad mayor confortabilidad que tanto fuego de artificio. Tal vez sea una forma de envejecer más inteligente que andar engañando, o presumiendo como un pavo, o despotricando contra las ideas de los que no piensan como uno mismo. ¿Por qué los de siempre, esa gente tan pelma y cobarde, no dejan de mostrar tanta agresividad contra los frailes, personas que no se meten con nadie y que va a su rollo, es que no merecen que les dejen en paz?
Hay que criticar la película, no las ideas de los demás. Y sobre todo, ser tolerante.
La película es buena y lo dice claramente.
floïd blue
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