Podría decirse que esta película es especial e igual creo que una de las menos tenida en cuenta de Scorsese. Si Scorsese tuviera sólo películas de gangsters no lo consideraría tanto pero aquí demuestra que puede controlar un humor fino, trágico, un humor negro, paródico y surrealista, con un protagonista que va de tropiezo en tropiezo, de encuentro en encuentro en una noche para no olvidar. Pues sí, y pido perdón por hablar en primera persona pero quiero expresarlo porque es como un deber para mí ya que es una de las películas que más me ha impresionado por su genial humor negro, y porque guarda un tono filosófico de fatalidad admirable, entre curioso y divertido. Es una película desasosegadora y al mismo tiempo con un magnetismo tal que me hace prestar atención a cada fotograma.

Choca ver a ese joven que ante el panorama de una noche ideal con una chica guapa y misteriosa como el físico de la misma Rosanna Arquette, cómo se le van torciendo las cosas. Es una enseñanza de la vida, una experiencia auténtica vivida en solitario. El tono de cómo está contado el film, el ritmo pausado, la labor encomiable del protagonista, Griffin Dunne, su vestuario, sus gestos, su apariencia entre sorprendido y prevenido ante la siguiente, nos crea un sentimiento fuerte por él que nos hace implicarnos en esa sucesión de tramas increíbles frente a una fauna que surge a la superficie, mientras la ciudad duerme.

Pocas películas me han impresionado tanto por su curiosidad y humor soterrado. Sumar a ello el perfecto orden escénico, el montaje y las actuaciones que son el punto fuerte. Tal vez no se encuentre la gracia, pero la hay, hay una sorna impresionante en un ambiente extraordinariamente conseguido en el que se muestra la vida nocturna, los miedos y la desconfianza. Imprescindible obra, mucho más seria de lo que se pueda decir, un sueño o una pesadilla sufrida mientras la ciudad duerme.