Una característica de los hijos qué siempre me ha llamado la atención es nuestra necesidad de que nuestros padres estén orgullosos de nosotros. Quizás sea porque a lo largo de la vida les solemos dar más problemas que satisfacciones. Billy dista mucho de ser un chico ejemplar pero en la medida de sus posibilidades intenta compensar a sus impresentables padres por haber cometido 2 errores dramáticos: Nacer el día que los Buffalo Bills jugaban una final de la súper bowl , con lo cual sus padres se perdieron el partido, y apostar todo su dinero el día en que Scott Norwood, pateador de los Buffalo Bills, en el último segundo del partido falló un ensayo perdiendo la final por 20-19. Los pequeños detalles marcan las grandes diferencias.

Efectivamente la película es una joya surrealista de cine independiente. Surrealista pues intenta utilizar la cámara para expresar las emociones. Estamos educados bajo el dogma de la razón y el análisis. Desde niños se nos explica que no debemos mostrar las emociones, no podemos llorar en público, no podemos estallar de alegría. ¡¡ qué vergüenza ¡¡ Siempre tenemos que pensar antes de actuar: moderación, ponderación, equilibrio, racionalidad, conciencia mucha conciencia… así que cuando vemos una película que se sale de los cánones reconocidos nos llama la atención y rápidamente la clasificamos en el cine independiente (se entiende que el otro es el dependiente) con lo cual no pasa los filtros de lo “que hay que ver” y para encontrar estas películas tiene que ser a través de un amigo que te cuenta que otro amigo le dijo que tal película está muy bien. Supongo que la arqueología moderna consiste en buscar tesoros en los vertederos culturales.

Excelente Vincent Gallo en esta obra autobiográfica de su subconsciente con humor negro y crítica salvaje de una sociedad americana abotergada e inmensa la singular Cristina Ricci, su baile en la bolera es un placer para los más altos instintos masculinos, que comparten historia de amor y tensión sexual en varias escenas memorables.