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Voto de Antonio Morales:
7
Drama La señorita Erlynne, una mujer de mediana edad, se ha fijado en el señor Windermere, que ya está casado con una mujer joven y guapa pero muy conservadora socialmente y dura en sus juicios sobre los demás. El señor Windermere se interesa poco a poco en la señorita Erlynne. Su esposa descubre esto y comenta sus inquietudes a Lord Darlington, un hombre que no esconde su interés por ella y le aconseja que venga a vivir con él. Un día, la ... [+]
6 de abril de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oscar Wilde estreno “The Wndermere´s Fan” en 1892 en el St. James´s Theatre de Londres. El dramaturgo irlandés se muestra intransigente y mordaz criticando la hipocresía, el cinismo y la doble moral de la sociedad que le tocó vivir, un azote a las buenas conciencias que se apresuran a juzgar con ligereza la conducta de los demás. Reflejando una sociedad victoriana hedonista y decadente. Además de la proliferación de frases lapidarias de ingenio y de un sutil corte cínico, la trama está perfectamente estructurada sobre los apuros de una dama de recto pensamiento, Lady Windermere, al descubrir las relaciones de su marido con una mujer de controvertida reputación y el vuelco que da la situación al entrar en contacto con ella. Wilde desenmascara y pone en evidencia la moral retrógrada, censurando a esos patéticos y altivos personajillos.

La versión que realiza Otto Preminger, sobre la obra de Wilde, contiene la prosa en todo su esplendor, quizás no llegue a la altura de la versión de Lubistch, aunque al ser una película de cine silente en 1925, queda un tanto lastrada o incompleta al no poder disfrutar de ese verbo corrosivo e insolente del dramaturgo. Narrada con un elegante “flash back”, el cineasta nos muestra hechos, no su opinión acerca de ellos. Somos nosotros quienes debemos sacar conclusiones, juzgar y comprender. Preminger es un analista, su estilo tiende a la desnudez a través de la búsqueda del trazo esencial de la eliminación de todo detalle superfluo. El casting es excelente, con una bellísima y voluble Jeanne Crain, la elegancia y experiencia de Madeleine Carroll, la juventud inexperta de Richard Green y la ironía de un “gentleman” como George Sanders.

Un film delicioso, lleno de perspicacia, sentido del humor y sabiduría sobre los corazones humanos, que certifica la vigencia de un clásico, la perfección de sus líneas, de su estructura, tanto en lo visual – su impecable fotografía – como en lo conceptual, donde la emoción no viene del sentimiento sino del intelecto. Un cineasta capaz de encarnar en unos actores unos personajes, de convertir en confrontación dramática cualquier tema, de hacer de cualquier historia narración cinematográfica pura, una lección incontestable de puesta en escena.
Antonio Morales
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