Estamos ante un gran documental narrado en primera persona por el propio protagonista, algo que se agradece. Dos horas escuchando a Tupac contando su historia, porque sólo él la conoce y sólo él sabe cómo contarla, con sus glorias y sus defectos, lo que engrandece más al mito. El ego del rapero es evidente en cada una de sus declaraciones, pero la humildad y la honestidad con la que habla es de aplaudir. La directora ha hecho un buen trabajo de documentación recopilando todas esas entrevistas y todas esas imágenes que nos ayudan a entender mejor la vida difícil que tuvo Tupac Shakur, una vida intensa, ya que en tan solo 25 años experimentó la pobreza más extrema y la fama más prematura.
Hay infinidad de documentales sobre su figura. Es normal, cuando alguien muere tan joven y ha dejado tanta huella en la sociedad de una forma u otra, proliferan productos que se encargan de estudiar el por qué, el cómo, el cuándo, etc. La diferencia con los demás es que aquí solo hay una versión, una opinión, la del propio interesado, eso en parte es bueno, porque nadie mejor que él para indagar en aspectos que difícilmente podríamos averiguar de otro modo, pero en parte también es malo, ya que Tupac no tiene la verdad absoluta ni siquiera sobre su propia vida, aunque tampoco pretende tenerla.
Merece la pena verlo por escuchar las reflexiones de un hombre que sabe que va a morir y cómo afronta esa muerte. El rap es secundario, aunque no te guste este tipo de música es necesario conocer la figura de este artista para comprender que fue el mejor en lo que mejor sabía hacer y que para conseguirlo tuvo que pagar un precio muy alto.