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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama Cuando Zampanó, un artista ambulante, enviuda, compra a Gelsomina, la hermana de su mujer, sin que la madre de la chica oponga la menor resistencia. Pese al carácter violento y agresivo de Zampanó, la muchacha se siente atraída por el estilo de vida nómada, siempre en la calle (la "strada", en italiano), sobre todo cuando su dueño la incluye en el espectáculo. Aunque varios de los pintorescos personajes que va conociendo en su deambular ... [+]
31 de julio de 2010
24 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fellini es desgarro, suciedad, lágrimas, hambre, aspereza, soledad y poesía en una Italia deshecha y famélica, la de la posguerra. Gelsomina di Constanzo no es una chica moldeada para este mundo tan sórdido. Ella es apenas un soplo delicado y pequeño, puro corazón de ojos enormes a punto de desvanecerse en cuanto brame un ventarrón helado y seco. Ser frágil, lastimoso y ajeno a la fealdad reinante porque ella, poca cosa, diminuta y con escasas aptitudes para hacer algo de utilidad, es ligera como una pluma y su alma sencilla, aunque se lastima hasta puntos irreparables, no se mancha jamás.
Mil veces herida y mal curada, Gelsomina es la víctima de una Italia que vende a sus hijos por un plato en la mesa, por unas liras en la faltriquera. Vendida por una madre plañidera que no vaciló en sacrificar a la primogénita, Rosa, y que ahora tampoco guarda grandes reparos en sacrificar a la segunda.
La medida de lo mal que está un país la da el número de padres que cambian a la carne de su carne por dinero, por una lavadora, por un tiesto que les engaña con la mentira de que vivirán mejor. El alma, la conciencia, el corazón, la decencia ofrecidos a cambio de cieno. Qué triste. Qué penoso.
La soñadora, leve, tierna y poco útil Gelsomina es arrancada de su pequeño mundo de fantasía y puesta bajo el rudo yugo de Zampanó, un artista ambulante, sustituyendo a su fallecida hermana mayor Rosa en el puesto de ayudante del farandulero vagabundo. En este nuevo y errante género de vida encuentra la muchacha una única satisfacción, la de disfrazarse de payaso y aprender a realizar números cómicos, o tocar con la trompeta una melodía sin nombre. Le gusta exhibir esas habilidades ante un público risueño al que hace feliz durante unos minutos, mientras ella remonta sus problemas y se divierte haciendo lo poco que sabe. Pero ahí acaban sus satisfacciones, porque convivir con Zampanó no es una fuente de alegrías. Hay que viajar a diario en su incómodo motocarro en el que llevan su precaria vivienda móvil, hay que montar el espectáculo de pueblo en pueblo, pero el cansancio de tanto andar de acá para allá sería menos ingrato si el carácter de su compañero fuese más afable y menos agrio, lacónico e inclinado a la brutalidad.
Desplazándose por la Italia empobrecida, Gelsomina es toda miradas expresivas bebiendo la miseria ajena y propia, pero por algún extraño efecto el polvo que pisa pasa a su alrededor sin tocarla, porque ella es incontaminable. Como un ánima descendida a la Tierra por error, ella no está destinada a durar en la vulgaridad.
Un retrato de penalidades, dolor y miserias dotadas de ese duende especial de Fellini y personificadas por la ingenua indefensión del personaje de Masina, quien reúne en su silueta menuda de ojos como ventanas todos los reflejos de un espíritu limpio y alienado por su sensible voz interior, que busca a tientas un rinconcito de bienestar que tal vez no se ha hecho para alguien como ella.
Vivoleyendo
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