Ésta es una comedia de enredos con un toque de sagacidaz, ironía y atrevimiento (sobre todo esto último) que se salen de los patrones corrientes que suelen imperar en esta clase de comedias.
El marco para las inesperadas aventuras de los protagonistas es la idílica isla siciliana de Ischia, de la que podemos vislumbrar unos paisajes deslumbrantes, en la que se muestran las características de sus habitantes y de su vida cotidiana.
Wendell Armbruster y Pamela Piggot acuden a la isla para deportar los cuerpos de sus respectivos progenitores, fallecidos en un accidente de tráfico. Él, estadounidense, es un agresivo hombre al frente de importantes negocios, prosaico, pragmático y con muy mal genio. No le hace maldita la gracia enterarse de la vida secreta que su padre llevaba en sus escapadas a Ischia. Ella, inglesa, es una esteticista romántica y obsesionada con su peso. Desde el principio, la relación de ambos estará marcada por los roces. Se alojarán en el hotel en el que se alojaban sus padres y tendrán que esperar mientras se van resolviendo los enrevesados trámites para la deportación. Entre enredos varios y complicaciones que van surgiendo, Wendell y Pamela irán descubriendo detalles de la vida de sus padres en la isla y se irán conociendo mejor.
Mención especial al genial director del hotel, hombre eficiente, omnipresente, discreto y muy sagaz. Magnífico.
También curiosos y divertidos los otros secundarios.
El ritmo apenas cansa, aunque eso sí, tal como he leído por ahí, se hace un poquito larga. Pero hay muchas escenas mordaces, románticas, hermosas y a veces picantes y atrevidas (muestra a los protagonistas desnudos, sin recato y sin falso pudor, lo cual se agradece).
Parece que Wilder tenía como tema recurrente el análisis de la infidelidad, tratándolo con frescura y valentía.
Una comedia inusual en su estética, en la que se empieza a notar la influencia del destape y se tratan algunos temas de dudosa moralidad, pero ensalzando la alegría del amor verdadero y romántico.