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Voto de Vivoleyendo:
7
Aventuras. Drama En un pequeño pueblo de Oregón, cuatro adolescentes se lanzan a la aventura de buscar a un muchacho desaparecido. Jugando a ser héroes, el inteligente Cornie, el rudo y sentimental Chris, el extravagante Teddy y el miedoso Vern se adentran en un ambiente hostil en el que deberán valerse por sí mismos. (FILMAFFINITY)
2 de octubre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene mucha razón Gordie cuando escribe que nunca se vuelve a tener amigos como a los doce años. Como en ese momento en que se encuentran amigos que lo son para mucho más que para salir de juerga.
Hay muchos chicos semi-abandonados o totalmente dejados de la mano de Dios, que soportan ambientes deprimentes de indiferencia, violencia o dolor, o todo ello junto. Cuando se está tan solo que el aire crepita de silencio y no ves una sola mano consoladora, te agarras a un clavo ardiendo y si te sale un amigo se convertirá en la familia que no tienes. Si compartís las miserias de una vida ingrata por haber caído en una casa hostil, si os entendéis con esa sabiduría sin palabras, si intentáis reír y ser un poco felices olvidando con vuestros juegos en común que las cosas no marchan bien, y buscáis crecer y madurar por vuestra cuenta, sin ayuda de unos adultos ineptos, habréis hallado una válvula de escape, una vía que os impedirá enloquecer y desear arrojaros al vacío. Si os apoyáis mutuamente y entrevéis un sueño, una meta, no os dejaréis vencer por el impulso de pasar de todo.
Si la amistad puede llegar a ser asombrosa para cualquiera en algún instante de su cronología, también puede salvar la vida y dar un sentido a la misma.
Porque, aunque los amigos vienen y van y la mayoría de ellos no permanece, aunque la plenitud no dura y es triste recordar que lo mejor probablemente ya se marchó, bastan los recuerdos de aquellos tiempos irrecuperables para seguir impulsando el motor que nos mueve, y continuar buscando nuevas ilusiones.
Y siempre volveremos a los doce años y a la pandilla de aquel verano en la que jugamos a hacernos mayores y lo logramos de verdad, con la sensación de que nunca seremos tan completos.
Por segunda vez, me reconcilio con Stephen King tras “Cadena perpetua”. Su regreso a la infancia trasladado al cine por Rob Reiner me recuerda que muchos tenemos un niño dentro. Y que para tocar la fibra no es necesario inventarse grandes cosas. Simplemente, volver atrás.
Vivoleyendo
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