Aunque objetivamente pudiera hacerse por sus más que probables errores, que no son pocos, "El protector" tiene los suficientes alicientes sentimentales para que uno tienda a ser benigno con Martyn Burke y su equipo.

En primer lugar, estamos ante la despedida oficial del camaleón de camaleones, nada menos que Antrhony Quinn, alguien capaz de hacer de Papa de Roma y Barrabás sin despeinarse y quedando muy creíble en ambas. Capaz de parecer santo y descreído, putero y galán, héroe y villano, árabe o griego... Un monstruo irrepetible y que rodó este modesto producto como siempre, de forma muy profesional pese a su vejez y el avance de la enfermedad.

También hay un meritorio intento de Stallone, aunque no lo consigue del todo, de meterse en una comedia más relajada de su habitual género, aunque cierta ingenuidad a lo Rocky de su personaje hace que se le perdonen las sensiblerías.

Mención aparte para una Madeleine Stowe, princesa de la mafia por sorpresa, luciendo una sensualidad a la italiana que dejará a más de uno atónito y boquiabierto, siendo realmente el gran hallazgo del film.

Una comedieta tonta y con tiros sí, pero apela al corazoncito para salvarse por los pelos...

Au revoir amigo Anthony, gracias por todo.