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Bélgica Bélgica · Bruxelles
Voto de George Kaplan:
7
Drama Serbia, invierno de 2004. Cuando Lazar regresa a casa tras diez años de ausencia, es un hombre diferente: ha recuperado la libertad, se ha liberado de la pesada carga del pasado y ha empezado una nueva vida en otro país. Se encuentra con que su apartamento está ocupado por una mujer que ha huido de Bosnia y su hija, una niña autista de doce años. Lazar no tiene valor para echarlas a la calle. Poco a poco, estos tres seres marginados ... [+]
7 de abril de 2007
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre serbio (Lazar) llega a su casa tras cumplir una condena de diez años y encuentra que en ella viven una mujer (Jasna) y su hija pequeña autista (Jovana), ambas refugiadas bosnias. Lejos de echarles de casa, él las acepta y, juntos intentan construir un mundo propio que está condenaco al fracaso.
Esta película, cuyo título evoca una conocida obra de Shakespeare, es un comprometido y duro retrato de la sociedad serbia actual, una sociedad destrozada por la guerra, cuyos ciudadanos, al igual que la hija autista, se ven abocados a una dificultad irreductible para relacionarse con el mundo exterior y superar sus graves problemas. Pese a la crudeza del film, hay un toque poético y humano en la narración, una narración que, a nivel formal, adolece de un ritmo excesivamente cargado de escenas cortas y fundidos en negro que acaban por minar poco a poco la profundidad de la propia película.
No obstante, nos encontramos ante una película notable, en la que los tres personajes en torno a los que gira, aunque lentamente dibujados, están fantásticos, especialmente la hija autista Jovana Mitkic, a la que el director encontró en un centro especializado, y Lazar Ristovski.
El cine de Paskaljevic, cuyo último estreno Optimistas consiguió la Espiga de Oro de Valladolid en la pasada edición, se hace necesario para adentrarnos en el retrato de la sociedad serbia, a la que, pese a su cercanía geográfica, se le ha venido dando la espalda desde Europa. Lejos de caer en lo grotesco, el cineasta serbio hace gala de un realismo y una crudeza, cargados a la vez de crítica y humanidad, que me parecen imprescindibles para cualquier película que pretenda lanzar una mirada sobre una sociedad marcada por la posguerra.
Es imposible olvidar esa neblina invernal de Belgrado, omnipresente a lo largo de toda la película, una metáfora de la depresión en la que está inmersa la Serbia posterior a la guerra de los Balcanes.
George Kaplan
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