Violetta (Paulina Gaitan) empieza robando a sus propios padres (que a su vez son unos ladrones estafadores) y con los 200.000 $ obtenidos huye a New York. En su camino encuentra a su “Superman” que no podrá salvarla. Hasta aquí todo es interesante, lo que se nos cuenta y los personajes. Pero lo que pasa después carece de sentido.
Por supuesto su historia con su primer novio americano, atractivo pero simple y pésimo actor acaba. Este vuelve a su pueblo y Violetta queda sola en la ciudad.
En un bar es víctima de un engaño, ¿es tan ingenua para no darse cuenta o cae a propósito en el?. Le cuentan una falsa historia y le piden 100 $ ella le da 200 $ y a partir de ese momento se convierte en otra cuentista que estafa a otras almas cándidas.
Muy bien. Hasta que decide hacerse puta, así sin más. Y para ello va a la universidad de los bajos fondos de New York a aprender el oficio de puta barriobajera (Pero así ¿cómo podrá luego ser una scort de lujo que cobra 2.000 $ por servicio?).
De puta, en un viaje a Las Vegas pasa a drogadicta sin esfuerzo emocional alguno. Y parece que la droga no le afecta en nada. Luego a pequeña traficante. Conoce a un personaje y juntos vuelven a New York donde trabajara como puta para él. Ella no está contenta pero inicialmente no hace nada. Perfectamente podría haberse marchado al principio, pero allí esta con mentalidad de víctima y dejándose explotar.
Al personaje pues le van pasando cosas pero en pantalla no ves que reaccione o que le afecten de alguna manera. La actriz es incapaz de variar su registro más allá de poner cara de enfado y el director tampoco entra en detalles ni consideraciones de porque el personaje hace lo que hace y cuál es su motivación.