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España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Thriller. Drama Arthur Fleck (Phoenix) vive en Gotham con su madre, y su única motivación en la vida es hacer reír a la gente. Actúa haciendo de payaso en pequeños trabajos, pero tiene problemas mentales que hacen que la gente le vea como un bicho raro. Su gran sueño es actuar como cómico delante del público, pero una serie de trágicos acontecimientos le hará ir incrementando su ira contra una sociedad que le ignora. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2019
66 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
Igual que ‘Senderos de gloria’ (1957, Stanley Kubrick) era un grito de rabia antibelicista, ‘Joker’ es un grito de rabia contra nuestra sociedad; Todd Phillips huye, abiertamente, de toda sutileza. Su tesis es tan clara como una ecuación de primer grado. Si el individuo A sufre de abusos, humillaciones, malos tratos; si, además de ello, padece los recortes de la sanidad; si los pudientes, hipócritas e insolidarios, posan sus reales sobre grumos de carne marginada; entonces, la enfermedad mental de A derivará en un estallido ultraviolento.

Y, una vez que el estallido cala en él, el alter ego se erige en soberano, sonríe y es feliz a su manera.

El caos, en ‘Joker’, no es más que la figura estilizada del resentimiento.

Joaquin Phoenix, se ha dicho hasta la saciedad, compone un personaje extraordinario. Potencialmente oscarizable y, sin embargo, no difícil. La contención es, para un actor, un desafío mayor que el histrionismo.

‘Joker’ es, en cierto modo, un embarazo; la escena final es la eclosión, el parto del villano que todos conocemos, mínima concesión al personaje de DC.

Gotham City es Nueva York, Santiago de Chile, Barcelona. Son las mil caras de la crispación urbanita en que vivimos.

Empatizar con el asesinato, desearlo, es gimnasia peligrosa; de ahí las críticas más puritanas. Condenar a los don nadies a la irrelevancia es crimen aún mayor; de ahí las adhesiones fervorosas. ‘Joker’ es, en mi opinión, una película estimable. Eficaz, brillante, no genial. Con recursos resultones de imagen y sonido. Su fotogenia es indudable; el retrato del delirio, contado desde dentro, es duro y convincente; su tono descarnado y excesivo concuerda con la tesis principal. Ojalá los mecanismos de la psique pudieran explicarse de manera tan simplista. Si los meandros del cerebro fueran tan sencillos, tendríamos muy cerca remedio y curación.

Recomendaría, como programa doble, ver ‘Joker’ junto a ‘Funny games’ (1997, Michael Haneke), película, en forma y fondo, situada en sus antípodas: planos fijos, violencia gratuita inexplicable, tonos claros. Al contrario de ‘Joker’, ‘Funny games’ es una cinta de no-tesis. Y, como su opuesta, no acaba de dejarme satisfecho.

Quizás porque a pesar de tanta suciedad, el arte en que más creo está del otro lado del rencor.
Servadac
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