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España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Thriller Al inspector Lohmann lo llama por teléfono un antiguo miembro del Departamento de Policía para denunciar un caso de falsificación. Sin embargo, antes de que pueda testificar y revelar los detalles del delito, se vuelve loco a causa de un atentado. Las investigaciones de Lohmann en seguida lo conducen hasta el doctor Mabuse, pero el famoso criminal hace años que está recluido en una clínica mental, cuyo director, el doctor Baum, es un ... [+]
27 de noviembre de 2006
37 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sé si el bueno de Fritz era más afín a la psique del inspector Lohmann (uno de los mejores ejemplares del género detectivesco que yo recuerde) o a la del doctor Mabuse (una mente criminal, megalómana y de alta precisión), pero el caso es que al director alemán le fascinaba bucear por los oscuros cerebros de esos seres a caballo entre la aberración genial y la simple locura homicida.

En esta penúltima entrega de la saga de Mabuse, Lang añade un original ingrediente en forma de testamento literario a la historia del célebre doctor. El principio podría considerarse perfecto, si no fuera por la estridencia insoportable del sonido. Y luego, pasada la primera media hora, todo se nos antoja demasiado obvio y la película decae, entre chispazos de genio y escenas que bordean peligrosamente lo ridículo (esas apariciones espectrales, ay; el hombre detrás de la cortina; algunos personajes de opereta; el agua que abre un hueco en la tarima…). El espectáculo resultante entretiene, apenas inquieta, no espanta ni conmueve. Ver sin ser visto, el miedo y la demencia, la confrontación de dos mentes analíticas, la idea de utilizar una misma celda del manicomio para los sucesivos inquilinos que la necesitan, todo eso está la mar de bien. En cuanto a las supuestas dotes premonitorias de Fritz Lang sobre lo que vendría a ser la atroz política de Hitler, creo que se han exagerado en demasía. El doctor Baum es, en efecto, un nazi convincente, pero yo no me atrevería a ir más allá.

Dejando al margen la devoción de Lang por la teratología, me quedo con la intriga que no intriga y entretiene.
Servadac
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