Tras la fallida Alicia en el País de las Maravillas, Tim Burton vuelve a la gran pantalla con una película algo mejor pero sin resultar ser realmente satisfactoria.

Nos cuenta la historia de Barnabas (Johnny Depp), maldecido tanto él como toda su estirpe y además transformado en vampiro y enterrado por una bruja (Eva Green) por el hecho de no amarla como lo hace ella. Siglos después resucita encontrándose en un entorno desconocido y volviendo a su antigua mansión donde vivirá con su descendencia y en un tiempo donde de nuevo tendrá que lidiar con la bruja que lo maldijo y que sigue obsesionada por él.

El principal problema de la cinta es que quiere abarcar mucho y al final ofrece poco. Intenta mezclar terror, fantasía, comedia e incluso algún momento dramático, siendo el resultado algo agridulce. Con un ritmo muy irregular, tiene tramos en los que da la sensación que no pasa absolutamente nada y la trama permanece estática.

En el conjunto global aprueba (aunque por los pelos) por como es habitual en el director su oscura y trabajada ambientación, por un genial prólogo (lástima que el resto no sea igual), por las escenas de pelea y por los momentos de magia y fantasía. Por lo demás es facilmente olvidable y quedamos ya a la espera de Frankenweenie, el próximo estreno del director y a ver si con él vuelve a sus cauces que tanta fama y alabanzas le han aportado a lo largo de los años.

Nota: 5

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