Haz click aquí para copiar la URL
España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
6
Comedia Un periodista y un misterioso abogado que viajan en un descapotable rojo se dirigen, a través del desierto, a Las Vegas. El maletero del coche es una auténtica farmacia: dos bolsas de marihuana, 75 pastillas de mescalina, 5 hojas de ácidos y muchas otras drogas. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2016
Sé el primero en valorar esta crítica
Hay pocos directores como Terry Gilliam. El ex Monty Python se ha destacado por una filmografía de gran creatividad sin abandonar del todo el humor inglés del que tanto éxito logró junto con sus compañeros del Flying Circus, por lo que no es de extrañar que se meta en temas que hagan posible dar rienda suelta a un incesante talento creativo que, además, marida con su sentido del humor. Lo curioso es que él es consciente muchas veces de las barbaridades artísticas en las que se mete. Ya con “Las aventuras del Barón Münchausen” (1988) comentó que el haber rodado la película le demostró la no existencia de Dios, ya que de haber existido, le habría dicho que no la hiciera. Algo así debió de pensar también al rodar el delirio metanfetamínico que nos ocupa.

“Miedo y asco en Las Vegas” ni da miedo ni da asco, pero sí que da un poco de repelús. Gilliam nos ofrece una especie de radiografía de la droga en todas sus vertientes y variedades, y hace que se las metan todas entre pecho, espalda, nariz y vena Benicio del Toro y Johnny Depp. Habla sobre los diferentes tipos, composición y efectos, y de estos últimos hace del subidón su carta de presentación, aprovechando el trance psicodélico constante de los protagonistas como escenario para representar las neuras fantásticas del director.

El filme tan sólo se centra en eso, en la degradación de sus personajes, que no saben ver el mundo sin las lentes de la mescalina, el LSD o cualquier otro estupefaciente que los evada de la realidad. Este es, precisamente, su principal error; no parece haber una estructura narrativa, y si la hay, está muy escondida dentro de la psicodelia de todos sus fotogramas. Todo se resume en ver a Del Toro y Depp colocados durante casi dos horas, haciendo memeces y probando cosas nuevas en la búsqueda de una autodestrucción más rápida y, a la vez, placentera.

Como suele ser habitual en Gilliam, la cinta no es plato de buen gusto para el espectador medio, y ni siquiera lo es para muchos espectadores más abiertos a rarezas cinematográficas. Puede llegar a aburrir hasta extremos indefinibles, puede llegar también a remover incómodo del sillón a más de uno con sus sobreactuaciones, pero de una forma o de otra consigue que se hable de la película, para bien o para mal, y eso sólo lo hacen algunos genios. Gilliam es uno de los más incomprendidos y, aunque “Miedo y asco en Las Vegas” no es su mejor película, tampoco puede defenestrarse totalmente por su falta de claridad y coherencia, precisamente los mismos efectos de un buen colocón. Ver con precaución.
Richy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow