Si la película tuviese solamente la intervención de Geraldine Chaplin como momento más destacado, ya valdría la pena verla. No porque haga una excelente interpretación o tenga un gran peso en la trama; si no porque Bayona la mete en todas sus películas y sería un fraude que aquí no estuviese. Además, la película tiene más qune eso y es, posiblemente, la mejor de todas las continuaciones de la saga.

La película tiene momentos para el recuerdo, como por ejemplo, la mirada de los dinosaurios al barco, tan lacrimógena ella (Bayona es un genio en hacernos aflojar la llantera) o esa garra tan propia del Nosferatu de Murnau.

Las dos partes en que se divide la película son estupendas, y aunque la primera podría hacernos pensar en un dejà vu; es en la segunda cuando roza la perfección, al ofrecer momentos dignos del mejor terror de la Hammer, cambiando sus monstruos por dinosaurios.