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España España · Granada
Voto de Seori:
8
Drama Ante un tribunal, Zain, un niño de 12 años, declara ante el juez. -¿Por qué has demandado a tus propios padres? -Por darme la vida.
12 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que, teniendo toda la intención o tal vez no tanta, revela la ficción de la soberanía moderna y arroja luz sobre el nuevo sujeto político, que es el mero cuerpo al que se le puede dar muerte impunemente pero al mismo tiempo es insacrificable.

La película está condensada prácticamente al cien por cien en el joven protagonísta, que Zain Al Rafeea encarna con una actuación soberbia. El chico se encuentra abierto al sometimiento de la política (como decisión sobre lo impolítico) a través de una relación de excepción con la misma (le incluye excluyéndole). Como tal, vive en un guetto, un espacio en que cada vez se hace más indiscernible la vida y la norma, "conviviendo" con todo tipo de personas que también pertenecen al mismo pueblo de los excluídos. En cierto modo es más consciente que los adultos de su condición, y se revela contra ella, sobretodo por medio de la ética y también por cierta inocencia juvenil que aún le queda. Zain no entiende completamente nada pero al mismo tiempo percibe todo lo que está detrás de lo que le oprime por todos lados. No comprende la violencia, quiere que "seamos buenos", se queja contra la falta de "corazón", no entiende a su país y cree que hay algo mejor allá... en lugares que no conoce. Y es precisamente aquí donde hay otro punto clave, a mi parecer, pues el sujeto político por excelencia de hoy en día está completamente desarraigado de su lugar de nacimiento y, en la mayoría de casos, de sus propios padres ciudadanos y familia; ambos requisitos indispensables para tener derechos de ciudadanía en el mundo antigüo... a diferencia de la modernidad, pues la simple vida natural es ya inmediátamente política. Y aquí es donde parece importante cuando Nadine Lubaki roza el tema de los refugiados, poniendo de relieve también cómo se rompe la continuidad entre ciudadano y hombre o mujer, entre nacimiento y nacionalidad... pues un refugiado no es más que un concepto-límite que pone en crisis las categorías fundamentales del Estado-nación.

A todo esto también puede sumarse a la lista de puntos positivos la denuncia contra la religión por medio del cuerpo de las mujeres, y cómo el hombre puede tomar ventaja.

Otro aspecto positivo de la película es cómo la directora pretende entender las decisiones de los demás personajes sin necesidad tampoco de justificarlos: Rahil, incluso Aspro..., y por último los padres de Zain. Al fin y al cabo solo intentan sobrevivir en un mundo superior a ellos y de lo que más se les puede culpar es, extrañamente, de tener hijos, pues las decisiones que luego toman -más acertadas o menos-, tratan de basarse en la supervivencia de los suyos y de ellos mismos, por los medios que sean...

En definitiva, la película va directa a la garganta y pienso, a diferencia de algunos, que sin abusar de sentimentalismos. Hay momentos para la lágrima y para sonrisas acongojadas, para la simpatía y la repulsión... pero nunca nada resulta forzado. Por su parte, la banda sonora cumple con creces, imbuyéndole a uno en la tensión narrativa.

Para terminar, no puedo evitar pensar que lo más esencial que quiere transmitir la película es que valoremos la empatía y sobrepongamos a veces los sentimientos por encima de una razón (acaso muy poco racional) en cuyo nombre se han cometido las mayores catástrofes de la modernidad -y, por tanto, de la humanidad-.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Seori
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