Un film de animación de gran categoría, prácticamente una obra maestra debiera considerarse. Con influencias variopintas (el cabaret, el Tour de Francia, el cine negro, la Mafia, el puro cómic) pero sobre todo de Jacques Tati (no en vano Chomet realizaría poco después un film basado en un guión de éste, el precioso "El ilusionista"), Chomet logra un trabajo entre la nostalgia y la filigrana. Dibujos exagerados, deformes, pura caricatura de sí mismos y su entorno, en un chispeante y muy rebuscado argumento, al que se le aplica imaginación, delicadeza, humor original y fantasía.
El resultado es, a la par, admirable y ambivalente, sujeto a más de una apasionante visión.