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Drama
Historia de una ninfómana contada por ella misma. Una fría noche invernal, un viejo solterón (Stellan Skarsgård) encuentra en un callejón a una joven (Charlotte Gainsbourg) herida y casi inconsciente. Después de recogerla y cuidarla, siente curiosidad por saber cómo pudo haber llegado esa mujer a semejante situación; escucha atentamente el relato que ella hace de su vida, una vida llena de conflictos y turbias relaciones. Para su ... [+]
12 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una noche invernal, un viejo soltero (Skarsgard) encuentra en la calle a una joven magullada e inconsciente. La recoge y lleva a su casa, y allí la joven (Gainsbourg) comienza a contarle su historia de ninfómana... Von Trier divide este "Nymphomaniac" en dos volúmenes: en este primero comienza a presentar la historia y a desarrollarla, culminando en el preludio del desenlace y meollo en el volumen II.
De la que hablamos ahora es indiscutiblemente irregular y posee un discutible engarzamiento narrativo en base a las reflexiones intelectuales, filosóficas y religiosas del personaje de Skarsgard: von Trier busca salvoconductos de todo tipo (religiosos, forestales y de pesca, sí, no se asombren) y no le acaba de funcionar. Así, queda como un aperitivo de la segunda parte, un desinflable ensayo erofilosófico que presenta, entre la austeridad teatral y la inspiración entrecortada y discontinua de este genio danés, una reflexión acerca de la soledad, la tristeza y enfermedad de ser ninfómano/a.
Posee brillantes momentos (la escena de Uma Thurman) y en algún pasaje del duelo dialéctico Gainsbourg/Skarsgard, resultando globalmente tan satisfactoria sin ser genial como atacable por no pocos flancos.
De la que hablamos ahora es indiscutiblemente irregular y posee un discutible engarzamiento narrativo en base a las reflexiones intelectuales, filosóficas y religiosas del personaje de Skarsgard: von Trier busca salvoconductos de todo tipo (religiosos, forestales y de pesca, sí, no se asombren) y no le acaba de funcionar. Así, queda como un aperitivo de la segunda parte, un desinflable ensayo erofilosófico que presenta, entre la austeridad teatral y la inspiración entrecortada y discontinua de este genio danés, una reflexión acerca de la soledad, la tristeza y enfermedad de ser ninfómano/a.
Posee brillantes momentos (la escena de Uma Thurman) y en algún pasaje del duelo dialéctico Gainsbourg/Skarsgard, resultando globalmente tan satisfactoria sin ser genial como atacable por no pocos flancos.